LAS MERCEDES (DEL LIBRO CAMINO REAL)
JULIO DE ARMAS.PARTE 2.
Casa de tejas con balconcete y oratorio, semblanza de principios de siglo XVIII. Allí el Obispo Martí bendice los campos y dice misa en su visita pastoral de 1783. Rebaños y más rebaños. Alto de los caminantes. Encrucijada de los caminos hacia Chaguaramas y Valle de la Pascua, poblaciones m cercanas porque están a poco más de diez leguas. No lejos del trágico sitio de la Hogaza y de las sabanas de Las Gu revés y triunfo de los patrio tas del General Pedro Zaraza en 1818.
Cerca estaba “La Atascosa Arriba”, a menos de unn legua, a inmediaciones de la quebrada “La Atascosa” y del sitio “La Musiera”, hoy porción del Hato “La Marrereña”, que fue asiento viejo de antigua fundación ganadera.
Para esa fecha, dentro de este marco ageopecuario de aquel lugar, don Jorge Carpio y su familia cambian su rancho en las sabanas del “Hato Palacios”, donde vivían como vecinos, para convertirse en propietarios de una le gua de tierra que tuvo como centro el abundante y crista lino jagüey de “La Atascosa Abajo”. Don Jorge era un llanero de recia estirpe,. de carácter emprendedor, y nada le atemorizaba, ni las guerras civiles que le habían azota do sus rebaños, ni el despotismo de los nuevos dueños del “Hato Palacios”, los hermanos Vargas.
Había detenido su caballo sediento en la cuenca azulosa de aquel manantial, en las largas caminatas hacia el pueblo, cuando el hambre o la acechanza de la muerte se enseñoreaba en su hogar, y de regreso a su casa con el sa co bastimentero abultado de comestibles o de medicinas, don Jorge meditaba junto al agua, a la vera del sendero. Ya conocía como fértil aquel rincón de la llanura.
Llevó unas cuantas morocotas, producto de las ventas de sus vacas, y don Antonio Belisario y la esposa de éste, Rafaela Alvarez, viuda de Castillo, le firmaron la escritura en la Capital del antiguo Cantón de Chaguaramas. Una docena de horcones y la “cobija” de palma, el piso muy pisoneado y las paredes de barro. Empalizadas de cerca y corralejas de troncos. Nuevas manos hacen más hondo el jagüey, y el agua brota abundosa.
Don Jorge viene adelante con una escasa “madrina” de reses mansas, una tropilla de yeguas y tres persogos de caballos. Era la vanguardia del trabajo en la voluntad de un hombre. Detrás, le siguen silenciosas las mujeres y los niños de la familia, envueltos en blancas mantas y adornados faldones, cubriéndose bajo el ala de ancho sombrero de pelo. Entre ellas viene su madre, doña Mercedes y la hija de aquél, que tambièn por sucesiòn nominal se llama igualmente Mercedes. Era por el mes de julio de 1868. El invierno cubre de verdor los campos y el agua dispersa en la llanura sembrada en múltiples charcos, brilla con el sol ardiente como si fuera la fragmentaciòn de un espejismo.
Con ellos llega a “La Atascosa Abajo”, el primer núcleo humano fundador, y el jagüey cumple su segunda etapa de “quesera”. Con la fundación del hogar de los Carpios, se construye en este sitio la primera casa, en el lugar donde está hoy la que fue también primera casa de tejas, denominada “Casa Marquera”, por el nombre de sus primeros ocupantes, en el ángulo suroeste de la actual Plaza Bolívar, del pueblo que hoy reseñamos.
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JULIO DE ARMAS.PARTE 2.
Casa de tejas con balconcete y oratorio, semblanza de principios de siglo XVIII. Allí el Obispo Martí bendice los campos y dice misa en su visita pastoral de 1783. Rebaños y más rebaños. Alto de los caminantes. Encrucijada de los caminos hacia Chaguaramas y Valle de la Pascua, poblaciones m cercanas porque están a poco más de diez leguas. No lejos del trágico sitio de la Hogaza y de las sabanas de Las Gu revés y triunfo de los patrio tas del General Pedro Zaraza en 1818.
Cerca estaba “La Atascosa Arriba”, a menos de unn legua, a inmediaciones de la quebrada “La Atascosa” y del sitio “La Musiera”, hoy porción del Hato “La Marrereña”, que fue asiento viejo de antigua fundación ganadera.
Para esa fecha, dentro de este marco ageopecuario de aquel lugar, don Jorge Carpio y su familia cambian su rancho en las sabanas del “Hato Palacios”, donde vivían como vecinos, para convertirse en propietarios de una le gua de tierra que tuvo como centro el abundante y crista lino jagüey de “La Atascosa Abajo”. Don Jorge era un llanero de recia estirpe,. de carácter emprendedor, y nada le atemorizaba, ni las guerras civiles que le habían azota do sus rebaños, ni el despotismo de los nuevos dueños del “Hato Palacios”, los hermanos Vargas.
Había detenido su caballo sediento en la cuenca azulosa de aquel manantial, en las largas caminatas hacia el pueblo, cuando el hambre o la acechanza de la muerte se enseñoreaba en su hogar, y de regreso a su casa con el sa co bastimentero abultado de comestibles o de medicinas, don Jorge meditaba junto al agua, a la vera del sendero. Ya conocía como fértil aquel rincón de la llanura.
Llevó unas cuantas morocotas, producto de las ventas de sus vacas, y don Antonio Belisario y la esposa de éste, Rafaela Alvarez, viuda de Castillo, le firmaron la escritura en la Capital del antiguo Cantón de Chaguaramas. Una docena de horcones y la “cobija” de palma, el piso muy pisoneado y las paredes de barro. Empalizadas de cerca y corralejas de troncos. Nuevas manos hacen más hondo el jagüey, y el agua brota abundosa.
Don Jorge viene adelante con una escasa “madrina” de reses mansas, una tropilla de yeguas y tres persogos de caballos. Era la vanguardia del trabajo en la voluntad de un hombre. Detrás, le siguen silenciosas las mujeres y los niños de la familia, envueltos en blancas mantas y adornados faldones, cubriéndose bajo el ala de ancho sombrero de pelo. Entre ellas viene su madre, doña Mercedes y la hija de aquél, que tambièn por sucesiòn nominal se llama igualmente Mercedes. Era por el mes de julio de 1868. El invierno cubre de verdor los campos y el agua dispersa en la llanura sembrada en múltiples charcos, brilla con el sol ardiente como si fuera la fragmentaciòn de un espejismo.
Con ellos llega a “La Atascosa Abajo”, el primer núcleo humano fundador, y el jagüey cumple su segunda etapa de “quesera”. Con la fundación del hogar de los Carpios, se construye en este sitio la primera casa, en el lugar donde está hoy la que fue también primera casa de tejas, denominada “Casa Marquera”, por el nombre de sus primeros ocupantes, en el ángulo suroeste de la actual Plaza Bolívar, del pueblo que hoy reseñamos.
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