LAS MERCEDES DEL LLANO: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA

LAS MERCEDES DEL LLANO: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA
LIBRO DE EDGARDO MALASPINA.




LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA
2014

martes, 22 de abril de 2025

LA PRIMERA LIBRERÍA.

 

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA.

EN EL DÍA DEL LIBRO.

LA PRIMERA LIBRERÍA DEL PUEBLO.


 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra.

1

En  1963, doña Yole Cogno Poleto, una señora de origen italiano,   abrió la primera librería de Las Mercedes, la cual llevaba su propio nombre: Librería Yole. Estaba ubicada al suroeste de la  Plaza Bolívar, en el sitio que una vez ocupó la primera casa mercedense de tejas, denominada “Casa Marquera”, y que ahora es sede de varios bancos.

2

Desde los  doce años yo solía visitar ese recinto de libros, papeles y lápices. Dos viejitos (Doña Yole y su esposo) atendían amablemente a la clientela. Varias veces noté como un texto deteriorado, por arte y magia de la encuadernación, se convertía en una obra nueva: restauraban  con gran maestría libros viejos.

3

Una vez pregunté por un tomo preciosamente empastado. Tenía unos jinetes en la portada. “Es un libro de aventuras. Muy bueno. Te encantará. Vale cinco”, dijo  Doña Yole, y me lo dio para hojearlo.

Por varias veces  me acerqué a  la tienda para observar el libro en el estante. Aún no reunía el dinero. Un día Doña Yole me dijo: sé que vienes por el libro, ¿cuánto tienes? Tres, contesté tímidamente. Llévatelo, fue la respuesta. Desde entonces colecciono ejemplares de El Quijote.

 

LA BODEGA DE CONCHO PERALTA.

 

 

CASAS Y COSAS DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

LA BODEGA DE CONCHO PERALTA.

Edgardo Rafael Malaspina Guerra.


 

 

 


1

 

Dicen que en las ruinas de la arquitectura  del mundo clásico, las estatuas de grandes hombres y en cualquiera obra de arte prestigiosa  puede encontrarse la inscripción “Memento mori” (Recuerda que morirás). Las humildes, pero muy sentidas ruinas de nuestros pueblos no tienen ni tendrán esos pomposos latinazgos, pero están implícitos  para los que saben leer el lenguaje  de las cosas marchitas.

2

No recuerdo el nombre de la bodega de Concho Peralta. Pero sí recuerdo  que era de barro y bahareque y que luego fue reconstruida como aparece en la fotografía. Allí vemos una pared desteñida con una puerta hierro grande y una ventana, a través de la cual también se atendía a los clientes.  Carlos, pintor y poeta, escribió estos versos:

Aquellas calles de mi pueblo

quisiera recorrerlas como en   sueños

para volver a ser el mandadero

y pedirle mi ñapa al bodeguero

Concepción Peralta o don Eusebio.

3

Cada bodega se especializaba en algún rubro. La bodega de don Eusebio siempre vendía “sorpresas”, pequeños envoltorios que contenían alguna bagatela o confites. La de don Toribio, un señor rechoncho de ojos azules, que se sentaba frente a su negocio en una silla reclinada contra la pared, tenía la estantería llena de aceites de todos los colores: de coco, de aguacate, de rosas, etc. Nunca supe  por qué don Toribio le puso a su bodega un nombre onomatopéyicamente acuático: “Chupulún”. Nuevamente Carlos versifica:

Era muy pintoresca otra bodega

llegar a ella era un gran alivio

pues vendía aceite e´coco y cafenol

se llamaba “Chupulún” con gran honor

y era su dueño el viejo don Toribio.

4

Otra cosa era la bodega de don Narciso: solo vendía leña y querosén. Su rostro no se inmutaba por nada, y decían que tenía libros misteriosos con cuyas lecturas dejó de creer en Dios. Se entraba a ese recinto en silencio y con mucha cautela.

5

Concho Peralta era un hombre trabajador. Además del expendio tenía un arrozal al cual aplicaba fuego   de tiempo en tiempo. La gente veía humo por alguno de los costados del cielo, y exclamaba:

¡Concho está preparando la tierra para sembrar! ¡Está quemando su “rosa”!

6

El negocio de Concho quedó grabado en mi mente como una bodega que vendía verduras.  En el mostrador, al lado del peso, estaban unas yucas, unas batatas y otros tubérculos; y en el techo colgaban unos topochos. Al entrar lo primero que resaltaba era un cuadro de “Yo vendía a crédito, yo vendía al contado”. El primer hombre está cariacontecido, flaco y demacrado; el segundo se ve contento, lozano  y pasado de kilos.

El hombre que vendió al contado se asociaba, no solo al éxito económico, sino también al bienestar físico. Era común escuchar en una conversación:

—Fulano de tal está gordo, tiene buena salud.

Hoy ya no se piensa así.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 19 de abril de 2025

PICAR TROYA.

 

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA.

PICAR TROYA.

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

 


1

La Semana Santa era una mezcla de creencias, religiosas y supersticiosas. La abuela Matilde decía que las lluvias, unos días antes de iniciarse la Semana Mayor, era para que maduraran las ciruelas, y también para que salieran los morrocoyes.

En Semana Santa no todo era recogimiento y oración. Como en el Eclesiastés había un tiempo para cada cosa. Las actividades ociosas y divertidas, que terminaban con la quema de Judas, incluían juegos de mesa,  y competencias  a cielo abierto en la calle o en los patios de las casas.

2

Se jugaba al “trompito”, una variante del juego de los dados. Era una diversión dentro de la casa.

Picar Troya era una distracción  de jóvenes y adultos. Se picaba troya en la avenida. El juego, en realidad, es una variante de una guerra. “Arder Troya” es una expresión homérica. Está en la Ilíada. Pero los trompos existían antes de la llegada de los españoles. Nuestros indios jugaban al trompo y a la zaranda.

3

Antes de iniciar el juego de troya  se dibujaba un círculo en el suelo, y luego cada participante lanzaba su trompo. La idea era golpear el trompo que yacía sobre un círculo. Antes se había establecido el recorrido de la competencia. El trompo perdedor era maltratado  por los otros trompos. Recibía mazazos con la punta metálica del trompo castigador, sostenido por su propio guaral.

Antes podía pactarse el “perrito pegón, maceta”, es decir, si el trompo castigador dejaba su punta clavada sobre el trompo perdedor, se recurría a un objeto pesado para rematar la acción. Por lo general, el trompo perdedor terminaba dividido en dos partes.

4

Había trompos serenitos, cuyo baile era equilibrado y uniforme, como si bailasen un pasaje. Había también trompos “taratateros”, desajustados y estridente, como si bailasen un joropo recio.

5

Había trompos de fábrica, bien pintaditos con su respectivo cordel.  Pero también había trompos caseros, fabricados por manos expertos. Muchas veces no estaban pintados y lucían el color original de la madera con la cual los esculpieron. Se bailaba con un mecatillo. Cuando este tipo de trompos tenía gran tamaño se les dominaba “batata”.

6

Otro juego consistía en tomar un trompo en pleno baile y pasarlo a una mano para que siguiera su danza. El trompo también podía ser colocado sobre una uña, pero esto era  máxima destreza de prestidigitador. A Carlos nadie le ganaba en esta peculiar forma del juego de los trompos.

¡Cógeme ese trompo en la uña! Es una expresión para retar a una persona a cualquier cosa.

7

Bailar zarandas era un espectáculo de lujo muy concurrido. Las zarandas se hacía con calabazas secas, y bailarlas era cosa de maestros. A la zaranda en pleno baile se le lanzaba un trompo para tratar de romperla. Generalmente, los trompos eran las batatas.

Estas exhibiciones, mezcla de muy logrado arte  y talento natural, las vi en el patio de la tía Rogelia.

Nunca olvido el siguiente episodio. Había un señor que andaba en una bicicleta de reparto, no recuerdo su ocupación, que participaba en un juego de zarandas. Se llamaba Evaristo, y por sus labios pronunciados le decían “Evaristo El Trompú”, sobrenombre que no lo perturbaba. Un día alguien lanzó su batata a una zaranda. La batata rebotó y cayó sobre la frente de Evaristo El Trompú. Salió un hilo de sangre, lo que ameritó la muy oportuna intervención de don Cecilio Chire, quien le aplicó, según lo dijo él mismo, “una pellá de chimó”. Un tratamiento, de la medicina  alternativa, de evidente procedencia indígena.

viernes, 18 de abril de 2025

EN AGUARO Y AGUA BLANCA.

 

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA.

 

EN AGUARO Y AGUA BLANCA.

Edgardo Rafael Malaspina Guerra.


 

 

1

La Semana Santa es tiempo para el ayuno, las reflexiones, meditaciones filosóficas y las purificaciones a través de la oración y los actos compasivos como las limosnas. El ejemplo nos lo dio Cristo con su retiro de cuarenta días en el desierto.

Los humanos, de tiempo en tiempo, queremos compartir y compenetrarnos con naturaleza. Queremos regresar allá, donde una vez estuvimos, como quien quiere volver a su casa. Ya sea porque Dios nos creó en un jardín, o porque en una selva, un animal, parecido al mono, se transformó en lo que ahora somos.

Estos impulsos por hacer retiros en un bosque a la orilla del mar o  de un río se deben a que todas las personas compartimos una misma historia desde tiempos inmemoriales. El psiquiatra Carl Jung llamó ese fenómeno “el  inconsciente colectivo”: por ejemplo, soñamos que nos caemos, porque alguna vez estuvimos saltando de una rama a otra.

2

Los retiros de los mercedenses (aunque no tan espirituales) eran y son todavía Aguaro y Agua Blanca.

3

El Aguaro, junto a otros ríos, conforman uno de los parques más grandes del país. Tiene importancia turística por sus bellos paisajes. Tiene también importancia científica por lo variado de su flora y fauna. Los ríos que lo cruzan son el Mocapra, el San José, el Bartola, el Faltriquera, el Aguaro y  el Guariquito que los recolecta a todos para desembocar en el Orinoco.

Colgábamos nuestros chinchorros a las orillas del río.  Los días eran soleados, las aguas eran nuestro refugio para soportar el calor. Aunque alguna vez nos cayó un palo de agua.

Una vez hicimos campamento era una explanada poblada de árboles en cuyas ramas gruesas colgamos los chinchorros.

Las noches eran misteriosas por los aullidos incesantes de monos,  los cantos de aves por encima de nosotros, pero también provenientes de la oscura lejanía.

Las aguas del Aguaro se movían mansamente y su tranquilidad solo la interrumpían los saltos de los peces.

Una noche hubo un alboroto: sobre alguien cayó una culebra, sin mayores consecuencias que la del susto mismo.

4

Una mañana, muy temprano, uno de nuestros compañeros de excursión, se levantó, descolgó su chinchorro, recogió su morral y salió hacia la carretera.

—¿Qué pasa, a dónde vas?, indagamos.

—Soñé que me había ahogado. Me voy a casa ¡La pinga!

Hay gente que cree, a pies juntillas, en la premonición de ciertos sueños. Los seguidores de la psiquiatría analítica lo llaman “sincronicidad”: el Universo envía señales que es mejor tomar en cuenta. ¡Por si acaso!

5

Agua Blanca, el otro destino durante la Semana Santa, era muy distinto a Aguaro, pero también muy agradable, por sus aguas transparentes y su poca profundidad. Un día intentamos llegar hasta allá a pie. Cuando estábamos cerca, un amigo nos dio la cola. Una de las mayores diversiones consistía en lanzarse sobre un pozo desde un árbol.

En la noche encendíamos fogatas para cocinar algo, fumar y hablar hasta que alguien roncaba, indició que ya era hora de dormirse.

Carlos, amante de este riachuelo, le dedicó uno de sus claroscuros.


PLATOS DE LA CUARESMA EN LAS MERCEDES DEL LLANO.

 

PLATOS DE LA CUARESMA EN LAS MERCEDES DEL LLANO.

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra.


 

 

 

1

El plato fundamental de la Semana Santa de nuestra infancia en Las Mercedes era el pastel de morrocoy que preparaba nuestra madre con especial esmero.

En el solar de la casa siempre teníamos morrocoyes de todos los tamaños. En la casa de papá, cerca de su negocio, había un criadero de morrocoyes, allí donde estaban unas gallinas ponedoras. Para nosotros el nacimiento de un morrocoy era un espectáculo mágico: verlos emerger de la tierra con sus frágiles revestimientos anatómicos era un verdadero acto mágico. Luego contábamos sus pintas y los volteábamos para determinar sus sexos por la forma de su caparazón en su parte interna.

2

Recuerdo que sacrificar un morrocoy era una tarea muy dura. Al tío Nemesio lo vimos en esas labores. Luego venía un señor, cuyo nombre no recuerdo, pero que para mis adentros llamaba “matamorrocoy”. Nosotros mismos, de alguna manera, éramos parte de la comitiva para matar al morrocoy.

3

Del pastel de morrocoy, donde se mezclan sabores dulces y salados, podemos decir lo mismo que decía Arturo Uslar Pietri sobre la hayaca: Sus condimentos son tan variados que es un compendio de historias y geografía. Cada componente fue traído de algún lugar remoto en un tramo cronológico determinado.

4

Los otros platillos eran verdaderas golosinas: arroz con leche y arroz con coco. La abuela Matilde le echaba papelón a estos manjares, y entonces adquirían un color amarillento. Se podían comer calientes, pero también fríos, como comíamos la mazamorra: por pedazos, como se comen las tortas.

5

El carato de maíz era la bebida de aquellos tiempos de Cuaresma. El carato que hacía la abuela Matilde se fermentaba, con el paso del tiempo; entonces adquiría característica de bebida alcohólica. Así, tal vez, preparaban la chicha nuestros indios para echarse los tragos en sus fiestas.

6

Luisa me ha recordado dos platillos. Los  buñuelos que hacía nuestra madre con yuca, y que al combinarse con jugo espeso de papelón, se tornaba deliciosamente dulce.

El dulce de ciruela colocado sobre el arroz con leche no tiene comparación en materia de gustos culinarios.

7

Natalia llegó a preparar comidas típicas de Semana Santa con babo, al que todo el tiempo llamaba”cocodrilo”. También hizo platos con caripatua, una tortuga de aspecto fantasmal.

En Las Mercedes vivía un señor que algunos llamaban “El Apureño”; otros, “El Chicharronero”. Colocaba  su mercancía en una bicicleta de reparto, tenía sombrero de cogollo y vestía unos pantalones arremangados que hacía resaltar sus alpargatas de suela de cuero. Cargaba todo el tiempo una vara (vera) de las llamadas “pardillo”. En las fiestas patronales, el Apureño bailaba joropo con todos sus aperos que lo identificaban como genuino llanero.

Una vez vi al Apureño en Aguaro fungiendo de pescador. Le pregunté por qué los otros  pescadores desechaban las caripatuas, y me dijo:

—Porque no saben que son sabrosas. Son feas por fuera, pero tienen carne de pollo por dentro.

 

Fue así cómo me traje una caipatua de Aguaro.

8

Las cosas han cambiado. Los morrocoyes están en vías de extinción; además de que la gente no quiere someterlos a un doloroso sacrificio. Los pasteles de pescado se imponen como un plato muy sano, muy sabroso y muy familiar.

9

La preparación de una comida con la participación de toda la familia es un acto muy religioso. Así lo entendían los personajes bíblicos cuando se reunían para compartir el pan y el vino, y mantener una conversación desde lo más hondo del espíritu.

domingo, 13 de abril de 2025

RITUALES DE SEMANA SANTA EN MIS EVOCACIONES INFANTILES

 

MEMORIAS MERCEDENSES.

 

RITUALES DE SEMANA SANTA EN MIS EVOCACIONES INFANTILES.

Edgardo Rafael Malaspina Guerra


 

1

La Semana Santa era y sigue siendo tiempo para la reflexión y el recogimiento espiritual. Con la bendición de los ramos se iniciaba la conmemoración religiosa. Seguían las misas,  y las procesiones con la escenificación del Vía Crucis.

Todo era solemnidad. Un Jueves Santo vimos como el “comisionado del trabajo”, un señor parecido a Quincy Magoo, el personaje de los dibujos animados con problemas de la vista, bajó de su carromato y mandó a cerrar todos los negocios del pueblo. Se paró cerca de las acacias de la avenida, y vociferó a los cuatro vientos: ¡Pecadores, no respetan la memoria del hombre más grande de la humanidad! ! Hoy es un día sagrado, nadie debe trabajar!

2

En la casa, mamá escuchaba la Pasión de Cristo por Radio Rumbos. Arquímedes Rivero interpretaba a Jesús. Yo decía para mis adentros: ¡Caramba, Cristo es bondad y amor! No pudo hablar así, como habla Arquímedes Rivero, en ese  tono soberbio y arrogante, parecido al de un héroe vengador y cruel. Bueno, eso pensaba el niño que era yo.

3

Nosotros asistíamos al Cine Las Mercedes para ver, invariablemente, dos películas. La primera era una versión de la vida de Cristo, que por ser muy vieja se interrumpía de tiempo en tiempo  porque el rollo se partía. Entonces debíamos esperar que Polo o Pelón, los proyeccionistas de aquellos lejanos días, empataran la cinta. Claro, en ese interin, los cinéfilos formábamos un escándalo. Por estas razones (las interrupciones por la fragilidad del rollo y los chiflidos de los asistentes) comparo al Cine de Las Mercedes con Cinema Paradiso, la inmortal película italiana llena de ternura y nostalgia.

La otra película era “Marcelino, pan y vino”. Es un filme muy triste, pero nos atraía por la amistad que se establece entre un niño y el propio Cristo. A Carlos le gustaba hablar de esta película.

viernes, 11 de abril de 2025

CHACÓN Y SU CARRETILLA

 

MEMORIAS MERCEDENSES

 

CHACÓN Y SU CARRETILLA

Edgardo Rafael Malaspina Guerra


 

 

1

En el relato sobre el conuco del tío Nemesio, hablé del  señor Chacón, uno de esos personajes de nuestra  infancia  mercedense , cuyo nombre ignoramos de siempre, y quedan en nuestra memoria con un apelativo, que al contrario de su figura y atuendos miserables, invoca prestancia por su sonoridad: Chacón.

Quién sabe. Los Chacón en España eran grandes caballeros, con abolengo, tierra y escudos de armas.

2

Nuestro Chacón era un viejito solitario, alto de tez blanca soleada,  que salía por las calles con una destartalada carretilla, remendada con alambres por todas partes, y cuya rueda zigzagueante chirriaba en la medida en que avanzaba.

3

 Sacaba por encargo, basura de las casas ,  cargaba leña y recogía botellas. Vestía unos harapos sucios y desteñidos, calzaba unos zapatos rotos, y adornaba su cabeza con un sombrero de cogollo. Masticaba tabaco todo el tiempo, y por eso quedó grabado mi mente moviendo la mandíbula de un lado a otro.

Mamá decía:

—Parece que masca agua.

4

Algunos niños le gastaban bromas. Yo lo veía con lástima, lástima que ha crecido con los años, porque ahora entiendo que era un hombre que vivía en la más completa soledad y en medio de una extrema pobreza. Salía cada día a mendigar una limosna, un bocado de cualquier cosa, un mendrugo.

 

jueves, 10 de abril de 2025

TRIUNFALISMO DE LOS REALISTAS EN CABRUTA (1816).

 

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA.

TRIUNFALISMO DE LOS REALISTAS EN CABRUTA (1816).

Edgardo Rafael Malaspina Guerra




1

El jefe realista  García de Luna describe el panorama de los patriotas de la siguiente manera : “ Desde el 21 de marzo (1816) hasta el día de la fecha , han perdido los malvados (los patriotas) algunos centenares de muertos y otros tanto heridos que han perdido en gran número por falta de medicinas y asistencia. También han perdido porción de oficiales, entre estos al jefe de más concepto(Sarmiento) , les hemos tomado 3.000 caballos, muchas lanzas y machetes, y han desaparecido como el humo las gavillas a que tanta importancia han dado algunos cobardes, asegurándole a V.S que todo el distrito de mi mando no existen bandidos que puedan oponerse la menor partida nuestra que marche de un pueblo a otro.”

2

 No obstante, el triunfalismo que manifiestan abiertamente los realistas, García de Luna notifica a sus superiores que la toma de Cabruta con los Húsares de Fernando VII fue suspendida por cuanto le ha sido imposible incorporarse a las tropas de Guayana. La carta la escribe el jefe realista el 13 de mayo de 1816 y es publicada el 22 de ese mismo mes.

 

martes, 8 de abril de 2025

CUANDO JUAN JOSÉ RONDÓN PERSEGUÍA A LOS PATRIOTAS

 

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA.

CUANDO JUAN JOSÉ RONDÓN PERSEGUÍA Y MATABA A PATRIOTAS.



Edgardo Rafael Malaspina Guerra

 

“La  deconstrucción es para criticar, analizar y revisar”.  (Jacques Derrida)

Manuel García de Luna , que se encontraba en Orituco , informa desde la comandancia general de los Llanos en representación de los realistas que capturó al jefe patriota Juan José Sarmiento cuando intentaba pasar el Orinoco para encontrarse con Zaraza .Este último trataba de recuperarse luego del desastre de Butaque. La operación para perseguir y capturar a Sarmiento le fue encargada al comandante del escuadrón de Espino , Juan José Rondón , quien para esa época servía a los realistas. Rondón atrapó a los patriotas en el sitio de la Cruz del Chivato , cerca de San Fernando de Cachicamo .Muchos patriotas fueron degollados y los prisioneros fusilados más tarde. Julián Infante fue atacado y herido en Oroto .Su persecución también le fue encomendada a Juan José Rondón .

Fuente: Gazeta de Caracas

 

 

 

sábado, 5 de abril de 2025

CABRUTA, LOS HÚSARES DE FERNANDO VII, Y LA CABEZA DE UN PATRIOTA COLOCADA EN UNA ESTACA PARA AMEDRENTAR. (1816)

 

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA.

CABRUTA, LOS HÚSARES DE FERNANDO VII, Y LA CABEZA DE UN PATRIOTA COLOCADA EN UNA ESTACA PARA AMEDRENTAR. (1816)

 


Edgardo Rafael Malaspina Guerra.

 

 Luego de la batalla de Butaque, en las cercanías de Santa Rita , con saldo negativo para los patriotas , los realistas deciden marchar hacia Cabruta con su destacamento de Húsares de Fernando VII. Los Españoles pensaban reunir sus fuerzas en Cabruta provenientes de varios sitios e incorporarlas a su división de Guayana para atacar a Cedeño, que se encontraba entre el Orinoco y el Caura. Eran tiempos difíciles para los defensores de la independencia. En 1816 los realistas atacaban sin cesar y tomaban duras medidas para evitar el avance patriota.  Así, por ejemplo , dos esclavos delatan a un zambo llamando Arévalo y por su traición son condecorados y declarados hombres libres . En cambio, el zambo patriota es pasado por las armas. El patriota Fernando Carabaño es capturado y pasado por las armas. Su cabeza fue colocada en un palo para amedrentar a quien se atreviera a desafiar la autoridad del rey . Con esa acción se regresaba a  una práctica empleada en la Edad Media.

 

viernes, 4 de abril de 2025

EL MATAPALO

 

CASAS Y COSAS DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

EL MATAPALO: REFUGIO DE FANTASMAS Y DESPECHADOS.

Edgardo Rafael Malaspina Guerra.

Fotografía: Edmundo de Jesús Malaspina Guerra.


1

Al  final de la calle “19 de abril”, perpendicularmente con la calle Tropezón; y para más señas, en las inmediaciones de la alcaldía de Las Mercedes, hay una casa, cuyo azul claro han hecho más claro las lluvias y los soles del tiempo. Un matapalo cubre parte del techo de la casa que siempre ha funcionado como expendio de cervezas , llamado por razones obvias “Bar El Matapalo”. Pero el nombre se debe al matapalo viejo, ya desaparecido, varias veces más grande que el retoño de ahora.

2

En el patio del local funcionaba una gallera los domingos. El propio bar tenía unas sillas frente un mostrador, desde las cuales se veía unos estantes con el menú ofrecido a los consumidores:algunas latas de atún, pepitonas, diablitos y galletas de soda.  Don Pedro, un señor del Oriente del país que llegó a Las Mercedes con el auge petrolero, era el amo del establecimiento, y él mismo lo atendía. Hablaba poco, pero siempre con  humor en el preciso momento.  Nadie lo llamaba por su nombre de pila, preferían decirle “Costilla e palo”. Epíteto que él aceptaba con una sonrisa. Los más cercanos le decían, simplemente, “Costilla”.

3

Los clientes preferían tomar  las sillas y sentarse bajo la sombra del matapalo viejo, cuyo tronco tenía un enorme agujero, oscuro y misterioso. El misterio creció, luego que dos figuras fantasmagóricas emergieran  de las entrañas del foramen, una madrugada, antes del canto de los gallos.

Ambos espantos se cubrían de sábanas blancas, dijeron los asustados vecinos que se asomaron por las rendijas de sus ventanas. Los espectros movían sus alas y emitían sonidos guturales, mientras corrían de un lado a otro. La policía se movilizó, pero, muy prudentemente, cuando cesaron los gritos y se ausentaron los espectros. En la mañana las versiones que circulaban eran contradictorias. Los agarraron, eran un par de borrachos bromistas, decían unos. Otros, místicos y espiritistas, argumentaban que los aparecidos confirmaban lo que decían los más ancianos: de ese hueco salen muertos. Incluso, una vez escuché a unos de esos asiduos visitadores de las montañas de Sorte, proponerle a otro de sus congéneres, con la seguridad que concede la protección de ciertas ánimas, lo siguiente:

—Vamos al Matapalo para beber toda la noche hasta la salida de los fantasmas. De repente quieren  entregar una botija con morocotas.

4

Cierto día de jolgorio,  un cervecero solicitaba que le colocaran, una y otra vez, “La máquina de cortar tontos”, de moda en ese entonces. Cuando alguien le reclamó y le dijo que dejara “la ladilla” con ese disco, el hombre , ya entonado, le contestó:

—Esa canción es alegre, y uno bebe para alegrarse.

Don Pedro, que escuchaba la conversación, intervino:

—No siempre la gente bebe para alegrarse. En la pata de esa rocola ha llorado más de un despechao con canciones de Javier Solís...

Y al cabo de unos segundos, don Pedro agregó:

—Y jipiao.                                                           

martes, 1 de abril de 2025

LA LAGUNA DEL PUEBLO

 

 

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA

LA LAGUNA DEL PUEBLO


 

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

Para 1926 Las Mercedes del Llano  contaba con un  poco más de mil habitantes y la dificultad para abastecerlos de agua era cada día más  evidente; es por eso que durante el ardiente verano de ese año se decidió construir una laguna “a cuarenta metros del cementerio y a trescientos de la plaza Bolívar”.

Todos los habitantes  trabajaron para construir la laguna personalmente o pagando obreros. La tierra se extraía con pico, pala y parihuela. Con las primeras lluvias nació La Laguna del Pueblo, la cual además de cumplir las funciones para la cual fue construida, sirvió también de sitio para  el paseo y la  recreación.

El proceso de urbanización  de la ciudad hizo desaparecer nuestro depósito de agua artificial para dar paso a una de las barriadas más populosas: La Laguna, nombre que siempre recordará el esfuerzo mancomunado de los mercedenses en su lucha contra las sequías.

2

Los profesores de Biología nos enviaban a la laguna del pueblo para estudiar la flora y la fauna. Hacíamos, pues, “investigación científica”.

Una vez le pregunté a un anciano del lugar cómo aparecieron los peces en la laguna, y me contestó:

—Cayeron del cielo con un palo de agua...

3

Cuando desapareció la laguna, visité al amigo Freddy González para indagar qué pasó. Me dijo:

—Le abrieron una rendija, y por allí se fue...

 

 

 

(En la fotografía-haciendo un trabajo de biología en  1976- de izq. A der. Primera fila:  Edgardo Malaspina y Argentina Torres. Segunda fila: Elizabeth Coronado, Bety Morales, Hugo Celis, Maira Urquía y Elida Prado.)