LAS MERCEDES DEL LLANO: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA

LAS MERCEDES DEL LLANO: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA
LIBRO DE EDGARDO MALASPINA.




LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA
2014

viernes, 15 de agosto de 2025

EVOCACIÓN DE LOS PATIOS DE MI PUEBLO.

 

MEMORIAS MERCEDENSES.

 

EVOCACIÓN DE LOS PATIOS DE MI PUEBLO.

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra




 

 

1

He visto un patio dividido con cuerdas amarradas a pequeñas astas,  semejante a  esos mapas de los jefes militares, que dirigen los combates para saber, exactamente, lo que ocupa el enemigo y lo que nos pertenece.

Unos hermanos se disputaban la herencia y por eso decidieron establecer fronteras muy precisas. ¡Con mi tierra no te metas!

Ese era un patio de la discordia, de la guerra fratricida, que, sin embargo, me hizo recordar  los patios de mi infancia  para sentir gran  alegría y  también gran tristeza.

León Tolstói en su relato “Cuánta tierra necesita un hombre”, catalogado por muchos como una parábola digna del propio Jesucristo, dice que solo necesitamos dos metros de tierra.

2

Una vieja canción rusa se pregunta con nostalgia a dónde se va la infancia, hacia qué ciudades, qué hacer para que vuelva y por qué no nos escribe cartas.

3

En mi corazón tengo varios patios,  todos de Las Mercedes del Llano. En la primera casa de mi infancia había uno encerrado con muros de bloques. Albergaba gallinas y palomas, y en un lado tenía una tanquilla de agua que apareció y desapareció como por arte de magia. Yo me entretenía con un pequeño huerto. Los muchachos vecinos construyeron sobre un árbol una casa y se desplazaban por lianas. Imitaban a Tarzán.

4

 La segunda casa tenía dos patios. El primero con un gran almendrón que daba sombra y estaba cubierto siempre con las hojas del árbol, cuyos frutos eran la delicia de los murciélagos por las noches. Mi madre cuidaba sus pájaros que canturreaban en sus jaulas.  El otro patio parecía un jardín con muchas plantas, sobre las cuales revoloteaban los turpiales y los azulejos. Yo tenía un palomar y lloraba amargamente cada vez que los gatos de la oscuridad se comían una de mis aves.

5

El patio de la abuela Matilde tenía un huerto especial con plantas para tratar todas las enfermedades y para salir de las situaciones más difíciles. El pasote para los parásitos, esta hoja para la picadura de avispa y esta otra para conseguir dinero. En este patio escucho el canto de un gallo giro pataruco y veo claramente a la abuela masticando tabaco,  con un látigo espantando a los animales o lanzándoles el maíz.

6

El patio de la tía Rogelia era grandísimo. Eso creía yo porque ahora no me parece tanto.  Algo así como un efecto Gulliver.



 Este patio era un verdadero bosque con animales varios: gallinas, pavos, guineos, patos, cerdos, venados  y perros. En el centro un roble se alzaba, cerca de cuyo tronco se encontraba un horno de barro para la fragua del pan casero. Desde este patio emprendíamos largas caminatas por el monte en busca de leña, de pájaros, de morrocoyes y a contemplar los atardeceres y sus arreboles.

7

El último de mis patios es el de la escuela Monseñor Rodríguez Álvarez. Muy espacioso y limpio, con almendrones y uvas de playas, y corredores acogedores con pisos de cerámica.

8

Los patios son los espacios cálidos de la infancia, parafraseando a Vicente Gerbasi, que invitan al recuerdo, a la reflexión y a la verdadera madurez: la de sentirse siempre niño para poder entender al otro.

9

Los patios son espacios para el juego, el esparcimiento, la concordia y la nostalgia.

 

 

 

 

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