LAS MERCEDES DEL LLANO: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA

LAS MERCEDES DEL LLANO: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA
LIBRO DE EDGARDO MALASPINA.




LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA
2014

domingo, 31 de agosto de 2025

LA CASONA DE LOS MALASPINA-GUERRA Y LAS GRANDES ORQUESTAS DE MÚSICA POPULAR.

 

LA CASONA DE LOS MALASPINA-GUERRA Y LAS GRANDES ORQUESTAS DE MÚSICA POPULAR.

 

La Billo's Caracas Boys. Ely Méndez en los recuerdos de Mundito.

 


Edgardo Rafael Malaspina Guerra

 

1

Las Fiestas Patronales de Las Mercedes del Llano adquirieron su perfil con repercusión nacional con don Luis Camejo, el mejor presidente de esas celebraciones, quien empezó a contratar a las grandes orquestas de música popular para amenizar y democratizar los bailes callejeros a cielo abierto, los cuales transcurrían en las adyacencias de nuestra casona con varias cornetas de sonido, colocadas a todo lo largo de la avenida Bolívar.

En aquella época los mercedenses eran agasajados,  con un banquete de carne asada o ternera con abundante cerveza en diferentes sectores o barrios.

Una vez don Luis Camejo le dijo a nuestro padre:

—Alfonso, los amigos ganaderos pusieron las terneras. Tú pondrás tu casa para auxiliar a los cantantes durante los bulevares.

Fue así cómo nuestra casona se convirtió  en  camerino de famosos artistas de las orquestas más prestigiosas del país.

2

 En una ocasión los mercedenses bailaron con  La Billo's Caracas Boys, dirigida por el propio maestro Luis María Frómeta y la participación de Memo Morales, Cheo García, Oswaldo Delgado, Ely Méndez y Alfredo Padilla, baterista a quien admiraba nuestro hermano Edmundo. Llegaron en un autobús Mercedes Benz y entraban en nuestra casona  para  asuntos personales y darse un toque ante el espejo.

Este escribano una vez estaba con Juvenal, el de la bodega “El colibrí”, consumiendo cervezas al pie de la tarima, cuando vimos bajar a Cheo García, que acababa de interpretar “La casa de Fernando”. Juvenal se dirigió al marabino y le preguntó: ¿Es cierto que esa canción está dedicada a Fernando Rodríguez de Las Mercedes? Cheo García sonrió y  contestó escuetamente: ¡Nada que ver!

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Mundito, melómano de nacimiento y fundador de conjuntos musicales, hizo amistad profesional con Ely Méndez (1945-2021) , considerado una verdadera leyenda del canto popular venezolano. En 1971, José Luis Rodríguez se separó de la Billo's Caracas Boys, entonces el maestro Billo Frómeta lo sustituyó por Ely Méndez porque valoró altamente su voz romántica. Ely estuvo con la orquesta por casi medio siglo como el gran bolerista.

4

En el 2018, siendo presidente de las fiestas patronales el señor Leopoldo Matos, La  Billo's Caracas Boys amenizó los bailes al aire libre. Le propusieron a Mundito reorganizar su antigua orquesta “Combinación 79” para hacerle la antesala a La Billo; es decir, actuar de teloneros entre las nueve y doce de la noche. Terminada  la faena de “Combinación 79” le correspondía a Mundito presentar a la Billos con Ely Méndez a la cabeza. Fue en esa ocasión cuando Mundito estableció una amistad profesional con Ely Méndez en los camerinos y alzando copas de champaña.

En el 2019 , para las Ferias de La Candelaria de Valle de la Pascua, el conjunto “Combinación 79” fue contratado para nuevamente hacerle la antesala  a la Billo. Esta vez hubo más tiempo para compartir entre tragos y amena conversación con Ely Méndez. Estos contactos artísticos fueron muy fructíferos porque de Valle de la Pascua el conjunto de Mundito intervino en las fiestas patronales de Santa María de Ipire, otra vez de teloneros para presentar a la Billo.

Ely Méndez tuvo palabras de elogio para la orquesta de Mundito.

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Termino esta crónica acotando que la actuación de Mundito y su conjunto “Combinación 79”para presentar a la Billo, la orquesta venezolana más prestigiosa de todos los tiempos  y a uno de sus más grandes cantantes como Ely Méndez constituye un hito significativo en los anales musicales del pueblo y un motivo de orgullo en la historia de la familia Malaspina -Guerra, que además acogió en su casona a tan destacados artistas.


Fuente: Edmundo de Jesús Malaspina Guerra.

sábado, 23 de agosto de 2025

LA CASONA DE LOS MALASPINA-GUERRA EN LAS MERCEDES.

 MEMORIAS MERCEDENSES

LA CASONA DE LOS MALASPINA -GUERRA.




Edgardo Rafael Malaspina Guerra

 

1

Un día papá nos dijo que nos mudaríamos a la avenida para la casa donde vivió Mamavira. Era una casona, cuya fachada e interiores ha cambiado con las distintas remodelaciones. La casona original, estaba  y está en el centro de la ciudad. Sus límites eran el negocio de Mario, el portugués, por el frente(Avenida Bolívar de por medio); y la bodega de Manuel Belisario, lateralmente (Calle Cedeño).

2

La entrada de la casona, ocupada hoy por la carnicería de Edgar, tenía un porche con unas gruesas columnas de madera, en cuyo lado izquierdo estaba una mata de cerezas; un jardín con muchas plantas, de las cuales la más grande era un árbol de caucho con sus grandes hojas y sus prominentes raíces que levantaban la acera.

3

La puerta de entrada era de madera con dos hojas y tenía dos ventanales, tipo colonial, también de dos hojas. El techo era de tejas,  y su peso hizo inclinar toda la casa hacia adelante, lo que ameritó la colocación de dos tubos horizontales  entre las paredes para corregir la desviación. Esos tubos de hierro los llamaban “perros”, en clara alusión a la unión sexual de esos animales.

4

En la sala estaban unos muebles de paleta que trajo la tía Carolina. Dos de esos muebles eran mecedoras. En el centro colocaron una mesita cubierta con un pañito de fibras de nailon, tejido por la propia Mamavira. En una esquina estaba un televisor de cuatro patas, cuya antena estaba en el patio. Esa antena había que girarla, de cuando en cuando, para que desaparecieran las rayas que impedía ver la programación. La tía Carolina sugirió colocar un cenicero de cobre en forma de hoja, como cuña, para estabilizar el tubo. Ese cenicero, decía la tía Carolina, había pertenecido al tío Chichí.

En la pared lateral colgaba un reloj de madera, que repicaba para dar la hora. Esos repiques llevaban la pátina del misterio de las campanas que irrumpen en el silencio de las noches.

La sala tenía dos puertas con cortinas. Una daba al corredor, y a otra comunicaba con el cuarto de nuestros padres.

5

En el cuarto de nuestros padres  estaban dos camas, un chinchorro, una mesa con un libro de los rosacruces de papá y un altar con iconos y estatuillas de santos, iluminado siempre con una vela. En la esquina del chinchorro de papá  colgaban los retratos de Mamavira y la tía Luisa Antonia.

Este cuarto comunicaba con el de la tía Carolina con su respectivo escaparate que guardaba sus tesoros,  para obsequiar en sus viajes, bajo cuatro llaves. Un retrato del tío Chichi estaba cerca de la ventana.

6

El corredor se convertía en dormitorio durante la noche. Allí colgábamos los chinchorros, todos los varones.   Frente a la cocina estaba el comedor. En tiempos de Mamavira la cocina estaba al lado y tenía una ventanilla paras pasar los platos servidos al comedor, que estaba allí donde se ubicaba la cocina cuando llegamos.

La cocina de Mamavira tenía un mesón de cemento con varios fogones con sus respectivas topias. Allí encontré, entre cenizas, un viejo libro con recetas culinarias, en italiano, que claramente perteneció a Mamavira. Lo cierto es que yo solo contemplaba en ese libro, sin  tapas y con sus hojas desencajadas, unas patas de rana.

Más tarde, cuando estudié fisiología, supe que la preferencia culinaria (por esos batracios y sus ancas)  de los italianos permitió a Luis Galvani descubrir la naturaleza eléctrica del impulso nervioso. Habló al principio de electricidad animal. Volta lo refutó, y estas discusiones científicas permitieron la creación  de la pila eléctrica.

7

Nuestra casona ocupa un sitial importante en los anales de nuestro pueblo, porque sus aposentos acogieron humildemente, pero de manera cálida y generosa a muchos artistas de relevancia nacional durante las veladas bailables de las fiestas patronales que en otros tiempos fueron motivo de elogios  en los medios de comunicación por sus eventos variados y fastuosos.

Por nuestra casa desfilaron cantantes de las grandes orquestas del momento  como la Billo's Caracas Boys, Los Melódicos y  Dimensión Latina.

 

Nota: En una fotografía de Edgar se muestra parte del porche de la antigua casona.

 

domingo, 17 de agosto de 2025

EL NEGOCIO DE RAMOS.

 

CASAS Y COSAS DE LAS MERCEDES DEL LLANO

EL NEGOCIO DE RAMOS.

Edgardo Rafael Malaspina Guerra.


 

 

1

Del famoso comercial de Ramos solo quedan la estructura de cemento, con  dos puertas Santa María, , un segundo piso inacabado, y una acera, cubierta por la maleza, que solíamos transitar cada día para asistir a las clases en el Grupo Escolar Monseñor Rodríguez Álvarez.

2

En diciembre papá le entregaba un billete de cien bolívares a mamá para comprar la ropa nueva, porque una Navidad sin estrenos era inconcebible. Cien bolívares alcanzaba para todos los hermanos que en aquel entonces éramos ocho. No recuerdo que nuestra madre nos acompañara hasta lo de Ramos. Íbamos con un hermano mayor.

3

El negocio de Ramos era un poco de todo: pulpería, bodega, tienda de ropa, zapatería y juguetería. Consistía en una sala, con una columna en el medio, rodeada de mostradores por todas partes. La mercancía estaba en vitrinas o estantes detrás de los mostradores, sobre los mostradores y hasta colgada sobre el techo. El reciento tenía dos puertas de entrada.

4

Tardábamos bastante escogiendo las prendas y salíamos con muchas bolsas en las manos. Para cada uno de nosotros se había escogido, como mínimo, unos pantalones, una camisa y unos zapatos con sus respectivas medias. Toda esa nueva vestimenta se guardaba para estrenar el 24 de diciembre.

5

La tienda de Ramos era también su residencia familiar, a la cual se entraba a través de un portón. En el centro del patio se alzaba una columna de madera sobre cuyo extremo superior se encontraba un palomar. Ese palomar consistía en una gran casa (eso me parecía) con puertas y ventanas repletas de palomas y sus crías. Las aves revoloteaban alrededor de su refugio, cruzaban el patio y bajaban cuando las alimentaban.

 

 

 

 

Fotografía: Edmundo de Jesús Malaspina Guerra

viernes, 15 de agosto de 2025

EVOCACIÓN DE LOS PATIOS DE MI PUEBLO.

 

MEMORIAS MERCEDENSES.

 

EVOCACIÓN DE LOS PATIOS DE MI PUEBLO.

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra




 

 

1

He visto un patio dividido con cuerdas amarradas a pequeñas astas,  semejante a  esos mapas de los jefes militares, que dirigen los combates para saber, exactamente, lo que ocupa el enemigo y lo que nos pertenece.

Unos hermanos se disputaban la herencia y por eso decidieron establecer fronteras muy precisas. ¡Con mi tierra no te metas!

Ese era un patio de la discordia, de la guerra fratricida, que, sin embargo, me hizo recordar  los patios de mi infancia  para sentir gran  alegría y  también gran tristeza.

León Tolstói en su relato “Cuánta tierra necesita un hombre”, catalogado por muchos como una parábola digna del propio Jesucristo, dice que solo necesitamos dos metros de tierra.

2

Una vieja canción rusa se pregunta con nostalgia a dónde se va la infancia, hacia qué ciudades, qué hacer para que vuelva y por qué no nos escribe cartas.

3

En mi corazón tengo varios patios,  todos de Las Mercedes del Llano. En la primera casa de mi infancia había uno encerrado con muros de bloques. Albergaba gallinas y palomas, y en un lado tenía una tanquilla de agua que apareció y desapareció como por arte de magia. Yo me entretenía con un pequeño huerto. Los muchachos vecinos construyeron sobre un árbol una casa y se desplazaban por lianas. Imitaban a Tarzán.

4

 La segunda casa tenía dos patios. El primero con un gran almendrón que daba sombra y estaba cubierto siempre con las hojas del árbol, cuyos frutos eran la delicia de los murciélagos por las noches. Mi madre cuidaba sus pájaros que canturreaban en sus jaulas.  El otro patio parecía un jardín con muchas plantas, sobre las cuales revoloteaban los turpiales y los azulejos. Yo tenía un palomar y lloraba amargamente cada vez que los gatos de la oscuridad se comían una de mis aves.

5

El patio de la abuela Matilde tenía un huerto especial con plantas para tratar todas las enfermedades y para salir de las situaciones más difíciles. El pasote para los parásitos, esta hoja para la picadura de avispa y esta otra para conseguir dinero. En este patio escucho el canto de un gallo giro pataruco y veo claramente a la abuela masticando tabaco,  con un látigo espantando a los animales o lanzándoles el maíz.

6

El patio de la tía Rogelia era grandísimo. Eso creía yo porque ahora no me parece tanto.  Algo así como un efecto Gulliver.



 Este patio era un verdadero bosque con animales varios: gallinas, pavos, guineos, patos, cerdos, venados  y perros. En el centro un roble se alzaba, cerca de cuyo tronco se encontraba un horno de barro para la fragua del pan casero. Desde este patio emprendíamos largas caminatas por el monte en busca de leña, de pájaros, de morrocoyes y a contemplar los atardeceres y sus arreboles.

7

El último de mis patios es el de la escuela Monseñor Rodríguez Álvarez. Muy espacioso y limpio, con almendrones y uvas de playas, y corredores acogedores con pisos de cerámica.

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Los patios son los espacios cálidos de la infancia, parafraseando a Vicente Gerbasi, que invitan al recuerdo, a la reflexión y a la verdadera madurez: la de sentirse siempre niño para poder entender al otro.

9

Los patios son espacios para el juego, el esparcimiento, la concordia y la nostalgia.

 

 

 

 

domingo, 3 de agosto de 2025

EL PROFESOR HELENO TOLEDO Y UNA PARTIDA DE AJEDREZ.

 

MEMORIAS MERCEDENSES

 

EL PROFESOR HELENO TOLEDO Y LA TRIFULCA EN EL RESTAURANTE DE MANUEL TORRES POR UNA PARTIDA DE AJEDREZ.

 

 


 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

En profesor Heleno Toledo era español de las islas Canarias; y se afirma que esta gente debe su carácter peculiar a la mezcla de tres continentes:Tienen  la cabeza en España, el corazón en América y el cuerpo en África.

Toledo era alto, de constitución física normasténica y con algunas canas. Usaba lentes con montura negra muy gruesa, portaba un maletín marrón de cuero desgastado. Bajo sus axilas cargaba libros que apuntaban para todos los lados, y entre los dientes llevaba siempre una enorme pipa.

Cantaba el Himno Nacional con gran fervor y reprendía a los que solo movían los labios porque no se sabían la canción patriótica.

2

En segundo año de bachillerato, en el Liceo Pedro Itriago Chacín, Toledo nos impartía clases de Historia Universal y Educación Artística.

La Historia Universal, Toledo la relataba como un cuento. ¿Por qué los militares se afeitan? Porque barba agarrada, cabeza cortada.

Sobre la Edad Media nos decía que no era tan mala, como dicen, porque se inventó la cucharilla y antes se comía a mano "pelá". También se inventó la sábana, y ya no debías cubrir tu cuerpo con heno en las noches frías.

Un día nos habló del derecho medieval de pernada: la primera noche de bodas, el señor feudal se llevaba a la novia para su cuarto. Por eso cuando veo “Corazón valiente” (1995), la película de Mel Gibson donde se ventila este asunto, entre otros temas, en mi mente resuenan las palabras de Toledo.

3

En las clases de Educación Artística,  debíamos dibujar pinturas y escultura del manual, y cuando alguien decía que no sabía dibujar, Toledo afirmaba que todos debíamos  dibujar porque lo que vale es la intención, y con cualquier mamarracho se podía obtener buena nota.

A mi, una vez, me correspondió pintar un escribano egipcio; y a pesar de que no sé pintar nada, me dijo que estaba muy bueno.

4

Heleno Toledo al entrar al salón encendía su pipa, cuyas bocanadas de olor a chocolate se expandía por todo el salón. Un día, un estudiante le dijo:

—Profesor, el humo de su pipa me hace daño.

A lo que Toledo contestó inmediatamente.

–Entonces, sálgase del salón, porque yo, por nada del mundo, dejaré de fumar.

Aquellos era tiempos cuando no existían esas tablillas triunfalistas de que este es un territorio libre de humo.

5

Los interrogatorios de Toledo eran sumamente estrictos A quienes no contestaban correctamente, les espetaba:¡Tienes esto!, mientras unía el pulgar con el índice para configurar un cero.

También podía recurrir a epítetos insultantes hacia los que él suponía malos estudiantes. Unas de sus palabras preferidas en un interrogatorio era “mentecato”. Otra  era “caracuarteada”, en alusión al acné juvenil que algunos estudiantes padecían.

6

Un día Heleno Toledo preguntó:

—¿Quién sabe jugar al ajedrez?

Yo fui el único en levantar la mano.

Entonces, Toledo dijo:

—Vamos a jugar una partida en el restaurante de Manuel Torres, donde yo almuerzo.

7

Toledo y yo salimos para el restaurante “Bolívar” de Manuel Torres, y detrás de nosotros se fue casi todo el salón.

Toledo extrajo de su maletín un tablero de madera con piezas muy viejas , cuyas figuras eran de ejércitos medievales.

Empezó el juego en medio de un absoluto silencio. Por un tiempo las acciones estuvieron parejas. Todavía estaba fresco el Match del Siglo entre Bobby Fischer y Boris Spasski. Yo estaba tan afiebrado con el juego ciencia que me quedaba jugando en la plaza hasta la madrugada, y leía libros de Capablanca, Lasker y otros grandes maestros. Mi mente estaba fanáticamente atiborrada de aperturas, defensas y gambitos. Por eso estaba mejor preparado que mi apreciado viejo profesor.

Se presentó una situación donde yo podía dar el toque final. Toledo tomó un alfil, y por algún momento los sostuvo en el aire, buscando un escaque para ubicar su pieza. Al fin lo encontró, y cuando se disponía a colocarla, yo dije para mis adentros: ¡Está mate! Pero Durman Rojas, uno de los muchos estudiantes del salón que nos acompañaba y que estaba, justamente, detrás de Toledo, emitió un  alarido  estentóreo, seguido de la interjección preventiva correspondiente, como los que salen en las películas de terror:

—¡Cuidado!

Toledo se asustó tanto que su mano golpeó el tablero y las piezas volaron hasta el piso. Estaba tan furioso y rojo de la ira que le gritó: ¡Mentecato!, y hasta le mentó la madre.

El alboroto fue tanto que Manuel Torres se asomó para averiguar  qué pasaba. Alguien trató de explicarle, pero Torres no lo dejo terminar, y le dijo:

—Esto se acabó.

Y luego emitió su acostumbrado grito de guerra¡Y punto caraaaajoooooooo!



Imágenes : Ajedrez con figuras de ejércitos medievales y fotografía de las  ruinas del restaurante de Manuel Torres ,de Edmundo de Jesús Malaspina Guerra.