LAS MERCEDES DEL LLANO: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA

LAS MERCEDES DEL LLANO: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA
LIBRO DE EDGARDO MALASPINA.




LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA
2014

lunes, 8 de octubre de 2007

SENCILLOS APUNTES

Sencillos Apuntes
Por
Concha Rachadell.

(Para Tonny Olavarrieta, con mis recuerdos)

En Lúcera, simpática población, situada en la llanura de una de las Repúblicas del Continente Americano, viven desde hace años el honorable Don Augusto Salcedo, su esposa Doña Carmen Mancera de Salcedo y sus hijas Julia y Ercilla.
La primera; delgada y pálida, carece de los atractivos de la juventud. La segunda es una hermosa y gentil morena, de larga, sedosa y abundante cabellera, de ojos grandes y negros, torturadores, asesinos según el decir de un exquisito poeta enamorado de su belleza.
Espiritual y entusiasta, forma contraste con su hermana.
En la casa se nota gran animación por la llegada de Romelia y Graciela Manrique, hijas de Don Alfredo Manrique y primas de las Salcedo.
Romelia, alta, morena, sumamente simpática y amable, tiene un no se que de musical en la voz y en los ojos.
Graciela alta como su hermana, blanca y hermosa, de larga cabellera castaña, de ojos claros, soñadores, que miran con alegria el mundo que le sonríe!...
Ellas y las Salcedo se criaron juntas, compartieron los juegos de la infancia, esa edad mil veces dichosa y bendita, en que todo lo vemos a través de un prisma encantador.
La noche del 22 de un bello poético mes de diciembre, fueron homenajeados con un baile de Don Augusto y su esposa, con motivo de cumplir sus 25 años de venturosa unión conyugal.
El ha sabido amar y apreciar a su esposa y ella, mujer de aquilatadas virtudes ha cumplido estrictamente sus deberes de esposa y madre ejemplar!
Por tal motivo, sus parientes y amigos se reunieron, en el hogar modelo, para pasar unas horas de gratas expansiones en aquel ambiente familiar y tranquilo.
Entre los que festejaron el feliz acontecimiento, recordamos a los cultos caballeros: Anadeo D’Lemus, elegante, simpático y esplendido, Ibo Manrique, joven, rubio de regular estatura, recién llegado de la capital y lujosamente vestido. Tonny Olavarrieta, alto, moreno, de simpático porte, Silvio Oliveira, comerciante del vecino pueblo, Jorge y Abel Pacanis, de la culta sociedad de Altamira, Oliverio Durand, simpático, culto y amable, Armando Tavera, alto y moreno como Olavarrieta, Arturo Garmendia, inspirado músico y cantante, que amenizó las horas con las dulces vibraciones de su lira y maravillosa armonía de su voz.
Todos jóvenes, enamorados, platónicos de ilusiones y de esperanzas, se entregaron al placer del baile.
Amadeo D’Lemuss hablaba animadamente con Oliverio Durand, que habría de convertirse por obra y gracia del amor en el compañero de su vida!
Los caballeros tenían exquisitas atenciones para las damas, que dejaban oír su risa argentina.

¡ Oh el vals! ¡“Como se muere una flor” que ponía tanta emoción en las almas!... Y como sabía conmover los corazones, Arturo Garmendia cuado cantaba su expresiva canción:
“Yo te juré mi amor, enloquecido.
Y te dije: Es imposible ocultarlo…
¿Podré esperar ser correspondido?
Y me dijiste tu, voy a pensarlo!

Y después de pensarlo muchos dias...
Y meditarlo con profunda calma,
Me dijiste al fin que me querías
Con todo el corazón, con toda el alma!

Más, dudé yo de tu pasión inmensa,
Por esta razón ntan evidente:
¡Cuando el amor se siente no se piensa
y cuando el amor se piensa no se siente!

Ya en la madrugada se retiraron los asistentes llevándose el recuerdo de esos momentos de emoción divina.
¡Oh instantes de ventura
Vividos en dulce y amena cordialidad…
Siempre en nosotros perdura
Ese recuerdo querido de tanta felicidad!...
El 31 de diciembre dio Don Alfredo Manrique una comida en honor del Dr. Ángel Durand Alvarado, notable jurista y caballero de vasta cultura.
Asistieron (además de los mencionados asistentes en el baile de los Salcedo) la bella y espiritual Flor Hortensia Lovera, Miguel Alcantara, Israel Manrique y Rodolfo Cárdenas, rico propietario de San Marcos.
El Doctor Durand, en elocuentes frases expresó su agradecimiento por las atenciones recibidas; i dirigió finas galanterías a las damas, que primorosamente ataviadas estaban adorablemente lindas e irresistiblemente seductoras…
Después de la comida en referencia, se trasladaron todos al hogar del Sr. Alcantara, donde él y su esposa, la hermosa Ismenia de Alcantara y su cuñada la gentil y graciosa morenita Eloísa Durand, tuvieron demostración de aprecio y simpatía para sus invitados.
En esa fiesta que tenía el encanto y el atractivo de lo fugaz, llamaba la atención Romelia Manrique, elegantísima, con su vestido verde, emblema de esperanza, Ercilla Salcedo, trajeada de azul como el cielo en primavera ¡y como sus ilusiones de aquella noche de perfumes y de música y de luna!.. Graciela Manrique estaba mejor que nunca. Su traje marrón armonizaba artísticamente con el enjambre de sus cabellos castaños y el encanto de todo su ser. Eloísa Durand vestía color de rosa como los sueños de su mente, Flor Hortensia Lovera, de lo mejor con su lindo vestido azul-oscuro.
Ellas del brazo de los caballeros gallardos y galantes paseaban el patio florecido de jazmines, iluminado por una hermosa luna llena, que esa noche, ultima del año, enviaba su luz, como una bendición del cielo sobre los tristes moradores de tierra.¡Que hermosa noche! ¡El ambiente era suave y embalsamado y el cielo esmaltado de bellísimas estrellas estaba teñido de un azul purísimo..!
Abel Pacanis divertía mucho con sus canciones y su risa franca y alegre. Su carácter esfransivo y su buen natural le conquistan en poco tiempo muchas simpatías.
¡El amanecer del 1º de enero fue claro y bello, magnífico, espléndido!
Todos pensamos al aparecer un nuevo año: ¿Qué nos traerá?...¿La felicidad o la desgracia, la realización del bello ideal o la muerte de todas las esperanzas?...
¡Qué felices eran los tiempos de la lucera de ayer, de la lucera de mis recuerdos!...
Era la época en que los amores del gran torero azteca Rodolfo Gaona y la célebre cupletista española Paquita Escribano, llenaba páginas de diarios y revistas y los admiradores se aprendían las canciones de Paquita. Hortensia Lovera, acompañada de Aura Elena Mendoza, que tocaba la lira maravillosamente, cantaba con toda la emoción de su alma romántica y apasionada, plena de sentimiento y ternura:
“Las iras de Dios desata
Aquel que a traición nos hiere…
¡Que siempre el que a hierro mata
Ya sabes que a hierro muere!...
¡Que bien cantaba Flor Hortensia! Como si la misma Paquita cantara al ingrato que hiciera derramar lágrimas a aquellos ojos moros.
Una reunión en donde las Uzcategui. ¡Unas horas gratas y de imperecederos recuerdos!... Una velada que hacía pensar en las de Marquesa de Clemira, porque como en la hermosa villa había bellísimas damas y elegantes caballeros, y se servían vinos añejos en finos cristales.
Entre los invitados recordamos a Oliverio Durand, Ibo Manrique, Jorge, Carlos y Abel Pacanis, Luís Uzcategui y Oscar Urdaneta, que complementaban a las encantadoras Ercilla Salcedo, la morena de los ojos torturadores, que lucía un lindo traje verde-oscuro, i en su hombro una rosa roja, envidiosa de su belleza. ¡Elina Uzcategui, siempre hermosa! Su sencillo traje violeta en su cuerpo elegante sentaba admirablemente.
Flor Uzcategui, gentilísima morena, lucía una alba vestidura vaporosa, Hortensia Lovera vestía color de rosa como los sueños de su alma apasionada. De rojo vestía Alcira Salceda y de amarillo, Consuelo Razeti, estas dos últimas, son dos lindos botones primaverales, que serán mañana, rosas de sin par belleza!
La gentil señora Gloria Uzcategui de Durand deleitó a los asistentes con la música de su lira y la dulce melodía de su voz y fue muy aplaudida.
En esa velada reinó el orden, la cordialidad y la alegría, por eso los invitados se llevaron de ese digno hogar el mas grato recuerdo.
Pocos días después, otra velada se efectuó en el hogar de los Salcedo; con la presencia de Romelia y Graciela Manrique, Ercilla y Alcira Salceda, Elina y Flor Uzcategui, Flor Hortensia y Aminta Lovera y Consuelo Razeti, y de los caballeros Don Alfredo Manrique, Hernán y Armin Arnáez, Ibo Manrique, Arnaldo de Albano, Jorge, Carlos y Héctor Pacanis.
Armin Arnáez, con su admirable voz, recitó una magnifica poesía, donde un improvisado bardo, describe las bellezas de su tierra, Ibo Manrique, la gran composición “El dos de mayo”, que dice que las proezas de la heroica España, Romelia Manrique, “Enferma”, el ilustre poeta venezolano Carlos Borges, bellísima y sentimental poesía.
Graciela Manrique recitó su predilecta “A solas”, que dice las penas recónditas de un corazón enamorado. Ercilla Salcedo, recitò bastante bien “Versos ocultos”, de un exquisito poeta laureado. Hortensia Lovera, la titulada “Siempre a ti”, del gran poeta Gutiérrez Nájera. Aminta Lovera, con una gran emocion en la voz, recitó su favorita: “Óyeme!” Jorge Pacanis y Flor Uzcategui representaron admirablemente el bello drama: “El triunfo de María”.
Todos fueron muy aplaudidos.
Esa noche, que marcó época en los anales de la vida de todos los asistentes a la velada, muchos corazones sintieron el dardo cupido y las almas la emoción divina de los momentos mas felices!...
Una fiesta en “Los Claveles”, linda casa de campo del honorable señor Don Luis Lovera y sus encantadoras hijas Flor Hortensia, Aminta y Celina. Una comida seguida de baile!
Al paso resonante de sus cabalguras, una tarde hermosa, en la esplendidez de la se dirigieron a aquel sitio encantador.
Tonny Olavarrieta, Ibo Manrique, Oliverio Durand, Jorge y Carlos Pacanis y Luis Uzcategui, que escoltaban a las bellas damas Romelia y Graciela Manrique, Flor y Elina Uzcategui, Julia y Ercilla Salcedo, gentiles amazonas! A su llegada a la linda mansión fueron todos cordialmente recibidos. Después de la comida se entregaron todos al placer del baile. Servidas por las manos aristocráticas de las Lovera, apuraron en finas copas, los mas finos licores.
¡Que bien que atendía Flor Hortensia a sus invitados! ¡Que amable la sonrisa de sus labios! ¡Que noble gesto el de sus manos que se tendían francas a sus amigos!
¡Que gratas transcurrían las horas en aquel ambiente de paz, entre flores y música!...
¡Y como anhela el alma volver a vivirlas!
¡Y como sufre la mente angustiada al evocarlas hoy, que nada queda de los que fue tan grande!
Después de tantos momentos felices, veladas, bailes, paseos por los campos…
Uno de los compromisos culminaron en matrimonio, uniendo con los sagrados lazos de las vidas de Jorge Pacanis y Romelia Manrique, Oliverio Durand y Ercilla Salcedo, Ibo Manrique y Flor Uzcategui. Y otro personaje de estos “Sencillos apuntes”, no pudieron relizar nunca sus ideales, porque entre ellos se interpuso la fatalidad, separando a los que juntos hubiesen sido felices!....
Una desgracia tremenda! Una noticia infausta se propagó por toda Lucera: ¡Ibo Manrique se ha suicidado!...
¿Qué terrible fatalidad se apoderó del alma de aquel joven para hacerlo tomar tan trágica resolución? El que parecía poseerlo todo en abundancia, que tenía siempre la sonrisa a flor de labios, que era el arbitro de la elegancia, el alma de nuestras fiestas…¿Qué aciago destino hizo que su mano blanca y fina empuñara un revólver para quitarse la vida?...
¡Fatalidad! ¡Destino! ¡Designios de una voluntad suprema, ante la cual todos debemos someternos!...
Diez meses después de tan doloroso suceso murió, victima de tantos sufrimientos, su esposa la linda y graciosa morena Flor Uzcategui de Manrique.
También sorprendió dolorosamente los corazones Lucereños la muerte del joven Amadeo D’Lemus, el elegante, el simpático, el espléndido que vimos bailar en nuestros salones con su novia Graciela Manrique.
Muchos de los personajes de estos Sencillos Apuntes han muerto! El honorable señor Don Augusto Salcedo, Los apreciables jóvenes Abel Pacanis y Armando Tavera, las distinguidas y espirituales Flor Hortensia y Aminta Lovera, la dulce morenita Eloisa Durand. Otros se han ido lejos de la tierra amada en busca de lo que ella no puedo darle…!
Julia Salcedo, la que por fea e insignificante, no encontró su alma gemela, vive añorando su tierra lejana, en un pueblo frió en el corazón de la montaña, convertida en madre espiritual, es decir la vieja maestra del pueblo!
Otras como Romelia Manrique Y Ercilla Salcedo han cumplido su destino como esposas y madres ejemplares.
Oh! Lúcera, de las bellas puestas de sol, de las noches en que la luna brilla en todo su esplendor maravilloso…
La luna que iluminó las casonas queridas de los Salcedo, las Uzcategui y las Manrique. La luna que iluminó el idilio romántico en los patios florecidos de jazmines, donde las muchachas de esa tierra se sintieron satisfechas de ser buenas, sin ambición en el pecho y los corazones plenos de optimismo y las almas tan puras como el azul de ese cielo.
Lúcera! Que cambio se ha efectuado en ti!...No eres la misma…¡Como te cambió el progreso! Eres nueva rara para los que en un día aciago se alejaron de tu suelo, hoy rico en oro negro, con quintas lujosas, y poblada de gentes extrañas, con idiomas distintos…
Una angustia infinita invade el corazón de los que te habitamos ayer, cuando buscamos, sin encontrarlo, un sitio donde estuvo una casa, donde nació una ilusión o donde murió una esperanza!
El continuo ruido de los motores, el tráfico enorme, la ambición de tus moradores!... Todo ha cambiado!... Ya solo en el recuerdo eres la Lúcera, tranquila, de las costumbres patriarcales, de las serenatas al pie de la ventana, cuando Arturo Garmendia cantaba su bambuco:
Asómate a la ventana
Para que mi alma no pene
Asómate que ya viene
La luz de lena mañana!...
Venturosos tiempos en que el alma no había sufrido desengaños! Con que honda tristeza os evoca la mente torturada, ansiosa de volver a vivir la emoción divina de aquellos días de juventud, de amor, de ensueños, de ideales que no puedieron realizarse nunca!...
El pasado no vuelve, pero el pensamiento viajero infatigable, nos lleva siempre a los lugares donde amamos y fuimos amados y vivimos con el alma entera momentos de indecible encanto! Y la memoria ve desfilar como en la pantalla del cine a las personas queridas que nuestros ojos no han de volver a ver jamás!...
Eran los tiempos en que estaban tan distantes las capitales. Ye eran los jóvenes de Altamira y de la Pastora que visitaban a Lúcera, y sostenían correspondencia frecuentemente con las muchachas sencillas de aquel pueblecito encantador, en medio de la llanura, con sus grandes árboles centenarios y sus bellos paisajes.
Oh! Las casas hospitalarias de ambiente acogedor de las Manríquez y las Uzcategui!... La casa de las Salcedo, donde el bondadoso anciano Don Augusto tuvo siempre pan para el mendigo, una frase de consuelo para el triste y un consejo oportuno para el extraviado,
Don Augusto Salcedo y Doña Luisa de Uzcategui, que practicaron la caridad en todo momento; Amadeo D’Lemus, tan franco y tan leal, Ibo Manrique tan joven y apuesto, Hortensia y Aminta Lovera, tan buenas, tan gentiles, Flor de Uzcategui, que tebía tanto encanto y simpatía, Eloisa Durand, la linda morenita, Abel Pcanis, siempre alegre y optimista, Armando Tavera, el incansable luchador! Vosotros viviréis siempre en el recuerdo!... Y por vosotros dirigiremos al eterno la plegaria mas ferviente que llegará a su trono!
Y el cruel destino de Graciela Manrique, la muchacha inteligente, culta y hermosa, de la cabellera castaña y los ojos soñadores, que fuera orgullo y presidenta de la sociedad Lucereña, recluida hoy en un sanatorio mental, perdida la luz de su cerebro, nos llena de un dolor violento, inhumano, el corazón que se revela contra la bárbara impiedad del destino.
En esta hora melancólica de la tarde al declinar, propicia a las dolientes remembranzas, escribo la ultima página de estos Sencillos Apuntes donde dejo jirones de mi alma.







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