EL PETRÓLEO EN LAS MERCEDES

 

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA.

 

EL PETRÓLEO EN LAS MERCEDES DEL LLANO.

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

 

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E1 agua abundante de Las Mercedes atrajo a don Jorge Carpio para fundar el pueblo. Llegó a una quebrada y se detuvo con su ganado y con su familia. Don Tomás Rodríguez, uno de los patriarcas del pueblo, decía que el ganado se detenía allí don había agua y la gente, entonces, se quedaba en ese sitio.

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El petróleo fue el segundo gran descubrimiento, y le serviría al pueblo para alcanzar un relativo progreso.

Existen mapas diseñados por Estados Unidos y Rusia, entre otros países, donde aparecen señalas las ciudades más estratégicas por sus recursos naturales. En el mapa de Venezuela, en su parte central, solo aparece Las Mercedes del Llano.

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El Guárico fue un lugar importante en materia de explotación petrolera desde el mismo inicio de esta industria en Venezuela..

Federico Baptista,  en su “Breve reseña de la industria petrolera en Venezuela”, afirma:  “En 1884 José Andrade y Sixto Sánchez lograron concesiones para explotar petróleo y otros minerales en los estados Zulia y Guárico, respectivamente”.

En 1925 la Pantepec Oil Company obtuvo concesiones para trabajar en Guárico. Pero las más importantes exploraciones empezaron en 1932.

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Federico Baptista, en la citada obra, dice que la Texas  y la Caracas Petroleum (Gran Bretaña) constituyeron una sociedad (cada una con un cincuenta porciento), denominada S.A. Petrolera Las Mercedes.

Esta compañía descubrió también en 1946 el campo petrolero Palacios.

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De gran importancia fue la construcción del oleoducto, de 253 kilómetros, que unía el campo petrolero Las Mercedes con Puerto La Cruz en 1948.

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El descubrimiento del campo petrolero Las Mercedes  significó un hito para el desarrollo de la industria petrolera en el país, y particularmente en el estado Guárico, donde se convirtió en punto de referencia para futuras investigaciones geológicas en la región.

 Fotografía: Entrada del pueblo. Edmundo de Jesús Malaspina Guerra.

 

 

LA GRAN COMBINACIÓN 79.

 

 

APUNTES PARA LA HISTORIA MUSICAL DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

LA GRAN COMBINACIÓN 79.

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

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Las fiestas  en Las Mercedes del Llano eran amenizadas por conjuntos musicales provenientes de los pueblos circunvecinos. Por ejemplo, Los Teides, de muy gratos recuerdos, y dirigidos por Rigoberto Gómez, eran de Chaguaramas, y se presentaban los fines de semana en las calles y en los clubes.

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En 1979, Edmundo de Jesús Malaspina Guerra (Mundito) organizó una orquesta musical, cuyo nombre es muy elocuente:  “La Gran Combinación 79”. Algunos de los integrantes de esta agrupación eran Edgar Díaz y José Miróclates.

Mundito, que desde temprana edad manifestó su interés y gusto por la música (en la escuela convertía los pupitres y las papeleras en instrumentos musicales al golpearlas rítmicamente con sus manos), tocaba, a veces, con Los Teides, alternándose en la tumbadora con Jesús Rumbos.

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En unas Fiestas Patronales, cuando la reina se elegía, no por su belleza, sino por su riqueza (por la cantidad de dinero recolectada, lo que se acompañaba de rumores suspicaces), Los Teides actuaba en la avenida Bolívar, a la altura del comercial de Ibraguin. Mundito acompañaba a Los Teides, como siempre. En uno de los intermedios, Mundito, le dijo al amigo Rigoberto Gómez:

—Estoy organizando un conjunto musical, ¿Sabes de alguien que esté vendiendo unos instrumentos?

—Lo tienes frente a ti—Le dijo Rigoberto, esbozando una sonrisa.

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Mundito le planteó la transacción que planeaba con Rigoberto a Pedro Malavé, quien en su bar de Los Mirimire organizaba tandas musicales cada semana.

Pedro Malavé, con su peculiar entonación y giro lingüístico, finiquitó con Rigoberto la compra de los instrumentos musicales al filo de la madrugada, por mil doscientos bolívares, pagados, una parte en efectivo y la otra en cheques, en tiempo cuando existían esas órdenes de pago. En las conversaciones también participó Cheo Montero.

Pedro, además, les facilitó una casa al nuevo grupo musical para los ensayos y se encargó de transportar a los artistas a los diferentes sitios de actuación. Con el paso del tiempo, Pedro hizo la renovación de algunos instrumentos. Por tales acciones mecenas, “Combinación 79” fue también conocida, como “el conjunto de Pedro Malavé”; nombre que calaba en el pueblo porque los fines de semana, la orquesta se presentaba en “Los Mirimire” con éxitos rotundos.

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La Gran combinación 79 emprendió su propio camino y su fama llegó hasta otras latitudes, alcanzando su apogeo al alternar con La Billos Caracas Boy en varias oportunidades.

LA ORQUESTA SINFÓNICA DEL ESTADO GUÁRICO SE PRESENTA EN LAS MERCEDES.

 

APUNTES PARA LA HISTORIA MUSICAL DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

POR PRIMERA VEZ UNA ORQUESTA SINFÓNICA SE PRESENTA EN EL PUEBLO.

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

 

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 El 24 de septiembre de 1996  la Orquesta Sinfónica del Estado Guárico, dirigida por el Maestro Marcos Rubén Carrillo y presidida por la señora Elisa Pineda de Belisario, lució en todo su esplendor su repertorio de música clásica en la iglesia del pueblo.

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El templo mercedense  se transformó en un epicentro cultural cuando la Orquesta Sinfónica del Guárico ofreció un emotivo concierto como parte de las celebraciones de las fiestas patronales. Este evento marcó un hito en la historia musical de la comunidad, que por primera vez tuvo la oportunidad de disfrutar de una presentación de tal envergadura.

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Los habitantes del pueblo asistieron en gran número, llenando los espacios del recinto religioso con una mezcla de emoción y expectativa. Desde el momento en que se anunció la llegada de la orquesta, los mercedenses  esperaron con ansias esta actuación, que prometía ser un deleite para los amantes de la música clásica.

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El repertorio elegido por la Orquesta Sinfónica incluyó obras de reconocidos compositores, cuyas melodías vibraron en las paredes de la iglesia, creando una atmósfera mágica y envolvente. Los músicos, con una destreza admirable, lograron hacer que  los instrumentos retumbaran en cada rincón del aposento sagrado, ofreciendo al público un recorrido sonoro inolvidable.

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A medida que el concierto avanzaba, los aplausos resonaban con fuerza entre los asistentes, quienes expresaban su agradecimiento por esta extraordinaria experiencia musical. La combinación de la exquisita música clásica con el entorno colmado de santos  generó una conexión única entre los artistas y la audiencia, llevándolos a un viaje emocional a través de las notas y melodías.

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Los organizadores del evento destacaron la importancia de la cultura en la vida del pueblo y expresaron su deseo de continuar promoviendo eventos musicales de calidad. "Nunca antes habíamos tenido la oportunidad de disfrutar de una orquesta sinfónica en nuestra comunidad. Esto no solo enriquece nuestra cultura, sino que también fortalece los lazos entre los habitantes", comentó Manuel Ascanio, un reconocido hombre de la cultura mercedense.

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Los ecos de la actuación resonaron en las conversaciones del pueblo, y los asistentes hablaron   sobre la posibilidad de repetir una experiencia similar en el futuro. Sin duda, esta presentación dejó una huella imborrable en la historia musical de las Mercedes del Llano, recordando a todos que la música tiene el poder de unir y celebrar la vida.

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El evento fue organizado por la alcaldía del pueblo, dirigida en aquel entonces por el licenciado Fredis Malavé y por la Fundación para el Fomento de la Cultura del Estado Guárico (Fundaculgua) presidida a la sazón por este escribano.

 

LAS MERCEDES DEL LLANO.1957

 

LAS MERCEDES DEL LLANO, 1957

 

 

Esta fotografía forma parte de la colección de CELLUNERG. Detrás de ella está escrito: Las Mercedes, 1957. Según el folclorista Alberto Díaz, nativo de esa población, la ubicación de la foto es la siguiente: donde están las personas es la calle Colombia con la intersección al fondo de la calle Páez, esta última fue y es actualmente donde está la popular gallera y lleva hacia el complejo ferial y la manga de coleo. Es de destacar que este informante tenía 5 años para ese entonces. El nombre del fotógrafo es desconocido. En ella encontramos la imponente presencia de 11 personas, 10 hombres y una mujer. Todos atentos a la cámara, posando como para satisfacer una implacable curiosidad que los alcanza desde esta lejanía temporal, este caluroso mes de noviembre del año 2010. Se siente como si no prestaran atención al fotógrafo, sino a nosotros, voyeristas cultivados de este siglo XXI. Se percibe la franqueza o la inocencia de una gente que permanece, gracias al arte, atrapada para siempre en el marco de un mundo distinto al nuestro. El caballo no participa en el juego humano de mostrarse voluntariamente, se petrifica en su salvadora indiferencia animal. El exhibicionismo de los personajes es muy particular, el de la señora con el gesto tímido de las manos cruzadas, un mohín de coquetería femenina. Los hombres, la mayoría de pie, con posturas que van de lo desafiante a lo curioso, pasando por lo displicente, o la arrellanada comodidad en la silla de cuero, recostada contra el pretil, más el codo sobre el tambor de keroseno y la mano acolchando la nuca. Destaca la blancura elegante de hombre en liquilique. El rostro risueño y sombreado del jinete. Resalta el viejo aviso de pepsicola, el largo poste eléctrico y los semi ocultos camiones, todo semejando un viejo guiño burlón que nos hace desde allá la ubicua modernidad que disfrutamos y padecemos. Atrás, de fondo, algunos árboles parecen diluirse bajo la fuerza de la resolana. Todo está sumergido, conservado para siempre, en la rotunda y celosa luz del llano guariqueño. (Jeroh Montilla)