CARLOS,
POETA.
En
el 2007, tomé un cuaderno de Carlos. Encontré una poesía dedicada a las bodegas
del pueblo. Aquí, Carlos recuerda a Las Mercedes con los ojos de los niños, a
través de aquellas pulperías, a donde
mamá nos mandaba a comprar, desde querosene hasta cualquier producto para
preparar la comida.
BODEGAS
DE MI INFANCIA.
1
Aquellas
calles de mi pueblo
quisiera
recorrerlas como en sueños
para
volver a ser el mandadero
y
pedirle mi ñapa al bodeguero
Concepción
peralta o don Eusebio.
2
El
tiempo pasó pero dejó sus huellas
y
fija la mirada en una esquina
bodega
el “Gato Negro”; por ejemplo,
para
poder comprar medio de queso
el
despacho lo hacía don Juan Sivira.
3
Y
sigo caminando, más adelante
en
mi imaginación vi a don Machuca
cruzo
la entrada de “La flor de Oriente”
bodega
frecuentada por la gente
porque
además de vender el aguardiente
vendía
tres y medio de carne
y
una locha de azúcar.
4
Era
muy pintoresca otra bodega
llegar
a ella era un gran alivio
pues
vendía aceite e´coco y cafenol
se
llamaba “Chupulún” con gran honor
y
era su dueño el viejo don Toribio.
5
A
un lugar más lejano y sin reseña
me
envió mi madre con su mandador
rumbo
hacia la bodega más pequeña
solamente
vendía kerosén y leña
y
el despacho lo hacía don Nicanor.
6
Ahora
en el cielo están los bodegueros
y
ellos mismos lo dicen muy ufanos
que
son socios y trabajan mano a mano
pero
que no dan ñapas ni colocan graneras
porque
en vez de bodega
tienen
un gran mercado.
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