LAS MERCEDES DEL LLANO: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA

LAS MERCEDES DEL LLANO: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA
LIBRO DE EDGARDO MALASPINA.




LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA
2014

domingo, 6 de julio de 2025

DOÑA MARÍA DE BADUEL.

 

 

MEMORIAS MERCEDENSES

DOÑA MARÍA DE BADUEL

Edgardo Rafael Malaspina Guerra.





La recuerdo caminando por las calles del pueblo, trajeada toda de blanco, repartiendo sonrisas y bendiciones. En casi todos los hogares del pueblo nos enseñaban a   tenerle respeto y admiración. Era un acto ritual cruzar los brazos y venerarla cuando la veíamos. Ella alzaba una mano para trazar una cruz en el aire, al mismo tiempo que pronunciaba palabras hermosas con buenos deseos para la salud y un futuro radiante. Era Doña María Baduel (Valle Guanape, 1896- Las Mercedes del Llano, 1978), la comadrona de la ciudad, quien  ayudó a traer al mundo a muchos mercedenses con la destreza y mística de todas las mujeres que han practicado ese arte, considerado sagrado desde la Antigüedad.

 

viernes, 4 de julio de 2025

DON MANUEL TORRES

 

MEMORIAS MERCEDENSES.

Edgardo Rafael Malaspina Guerra.

 

DON MANUEL MARÍA TORRES ARBELÁEZ.





1

Los nombres y los apellidos nos marcan. Manuel es nombre hebreo, cuyo significado es “Dios está con nosotros”. María también es hebreo y significa “elegido de Dios” y se relaciona con la luz. El apellido Torres es toponímico, es decir, se identifica con el lugar donde vivían las primeras personas que lo adoptaron. Entonces, los Torres habitaban un sitio poblado de torres,  fortalezas, castillos. No es casualidad que en la heráldica, el escudo de esta familia tiene varias torres dibujadas.




 Arbeláez quiere decir “roca” y proviene del País Vasco, la misma tierra española de donde procedía Simón Bolívar.

Ya tenemos el perfil etimológico de don Manuel María Torres Arbeláez: un hombre de Dios, fuerte como una roca, por cuyas venas corrió, seguramente, sangre mestiza, pero con  mayor caudal  español, a Juzgar por los apellidos y por su apariencia fenotípica.




2

El campo petrolero Las Mercedes fue descubierto en 1941. Se inició un gran movimiento migratorio en busca de trabajo,  desde todos los rincones del país, hacia Las Mercedes. Los nuevos mercedenses se dividieron en dos categorías: los que laboraban directamente en el campo petrolero y los que se encargaban de cubrir las diferentes esferas de servicios comerciales, transporte e inmobiliarios.

Desde Pariaguán llegó mucha gente al pueblo, entre ellos don Manuel Torres en la década de los cincuenta del siglo XX. Abrió una licorería, una bodega en sociedad con don Paulino González y levantó una familia con doña Leocadia Acosta. De esa unión nacieron Isabel Cristina, Daisy, Josefina, Ligia Yamile, Argentina Coromoto y Jacqueline del Valle.





3

Este escribano conoció a don Manuel Torres cuando regentaba su restaurante “Bolívar” en la avenida del mismo nombre. Ese punto, llamado Esquina del mosquito, ubicado en la entrada del pueblo, constituía un espacio clave en la simbología fundacional  de la  localidad por cuanto en sus cercanías se encontraban la farmacia de Antonio Marchena, ilustre mercedense, y  la bodega y luego bar "Mirimire" reflejo de esa amalgama cultural de nuestra geografía nacional concentrada en un pueblo llanero.




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Don Manuel Torres nació el 15 de marzo  de 1921 en Pariaguán, estado Anzoátegui, y murió el 21 de julio de 2003, en Las Mercedes. Esas dos fechas encierran una trayectoria vital signada por el esfuerzo personal, el trabajo y la fe en los valores más humanos.

Pero también su vida es un compendio de historia por cuanto fue testigo de los mandatos presidenciales de Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos, Marcos Pérez Jiménez,   Raúl Leoni, Rafael Caldera, Luis Herrera Campins y Hugo Chávez.

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Recuerdo a don Manuel Torres como un hombre de buen humor que cultivaba con esmero y responsabilidad  el jardín de Dionisio, y que de vez en cuando tocaba la lira para rendir culto a  Orfeo, de acuerdo a una fotografía donde aparece con sombrero de charro.

Es muy probable que esté entonando la letra de El rey, de Vicente Fernández.

 

Fuente: Conversación de Edmundo de Jesús Malaspina Guerra con las hijas de don Manuel Torres.

domingo, 29 de junio de 2025

EL ALUMBRADO ELÉCTRICO (1936)

 

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA.

EL ALUMBRADO ELÉCTRICO (1936)

 


Edgardo Rafael Malaspina Guerra.

1

Thomas Alva Edison (1847 - 1931) inventó la bombilla eléctrica en 1879. Ese mismo año apareció el alumbrado eléctrico en varias ciudades de Estado Unidos.

En Venezuela el alumbrado eléctrico empezó a instalarse a partir de 1888 en ciudades como Maracaibo y Caracas.

El sistema de alumbrado eléctrico se extendió poco a poco por varios estados del país.

En Las Mercedes del Llano se instaló en 1936 una pequeña planta eléctrica con veinte bombillos en la plaza y en calles aledañas. El funcionamiento de ese sistema de alumbrado público costaba cincuenta bolívares.

2

Un señor, al que llamaban “Pedro, el Eléctrico” pasaba por las tardes y las mañanas, y con una vara tocaba  una cuchilla que encendía o apagaba las luces.

Pedro el Eléctrico, que andaba en una bicicleta,  recordaba a los faroleros que encendían velas o lámparas de aceite en la época de la Colonia.

 

miércoles, 25 de junio de 2025

UN DEBATE SOBRE HISTORIA DE VENEZUELA.

 

 

 

 

 

 

MEMORIAS MERCEDENSES

UN DEBATE SOBRE HISTORIA DE VENEZUELA.

 


 

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra.

1

Hay momentos que quedan grabados para siempre en nuestra memoria. El cerebro infantil guarda ciertas informaciones que el tiempo jamás borra.

Hurgando entre papeles viejos, encontré un diploma que recibí hace más de medio siglo por haber participado en un debate sobre historia con motivo de los ciento cincuenta años de la batalla de Carabobo.

Rafael Caldera gobernaba el país, y para 1971 se programaron diferentes actividades para celebrar el Sesquicentenario de la Batalla de Carabobo. Sobraron los discursos y los desfiles militares.

2

Nuestra escuela mercedense, el Grupo Escolar Monseñor Rodríguez Álvarez, participó en un debate regional  con otras escuelas del distrito, sobre historia de Venezuela, y con énfasis  en la Guerra de Independencia.

La maestra Dalila seleccionó el equipo de  seis estudiantes y nos apartó del salón con un montón de libros de Historia Patria.

Por nuestras manos pasaron las páginas de Manuel Siso Martínez, José Gil Fortoul, Rafael María Baralt , el Hermano Nectario María, y muchos otros autores importantes; además de enciclopedias, biografías de nuestros héroes, y folletos variados. Estábamos en sexto grado.

3

Teníamos discusiones casi bizantinas del tipo, por ejemplo, quién mato a José Tomás Boves en Urica.

Una vez todos los del equipo nos asombramos porque el Hermano Nectario María le hacía unas críticas muy severas a Simón Bolívar por el Decreto de guerra a muerte. Pensábamos que los héroes eran intocables.

4

Ese pergamino, de hace cincuenta y cuatro años, me hizo volver la vista atrás con nostalgia  para ver la senda que jamás he de devolver a pisar.

¡Qué Antonio Machado nos consuele con sus versos!

 

 

 

 

viernes, 20 de junio de 2025

DON MANUEL TORRES Y SU RESTAURANTE

 

CASAS Y COSAS DE LAS MERCEDES DEL LLANO.

 

 DON MANUEL TORRES Y SU RESTAURANTE.






Edgardo Rafael Malaspina Guerra.

 

1

En la entrada del pueblo, a una cuadra de la plaza Bolívar, estaba ubicado el restaurante de don Manuel Torres, del que solo quedan media pared tambaleante, unas láminas de cinc y un techo de enredaderas, sobre el cual, de tanto en tanto, se posan los pájaros. La naturaleza, tarde o temprano, reclama lo suyo.

Esas ruinas son la metáfora de que el tiempo levanta y desgasta columnas, porque venimos de la noche y hacia la noche vamos. Así lo poetizó Vicente Gerbasi.

Los humanos y las cosas tenemos fecha de vencimiento.

2

 

Don Manuel, con su guayabera “metía por dentro”, se paraba en la esquina, allí donde se ve el poste de la electricidad, para sostener una sobremesa con algún cliente. Estas charlas, por lo general, derivaban  en una discusión que el amo del restaurante cerraba estentóreamente con un ¡Y PUNTO, CARAJOOOOOOO! Daba la vuelta y dejaba a su contrincante con la palabra en la boca.

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Más tarde, bajo los hervores de Baco, don Manuel volvía a la esquina a la espera de otro interlocutor para aplicarle la misma dosis del punto y todo lo demás.

Fotografía: Edmundo de Jesús Malaspina Guerra.

 

domingo, 15 de junio de 2025

BERIBERI EN LAS MERCEDES DEL LLANO.

 

LAS MERCEDES DEL LLANO Y SU HISTORIA.

BERIBERI EN LAS MERCEDES.




Edgardo Rafael Malaspina Guerra.

1

José Manuel Sánchez, comerciante viajero, publicó en 1977 sus memorias, llamadas “Mis primeros noventa años”. Allí habla de una supuesta epidemia de beriberi en el pueblo de esta manera:

“Llegué después de seis horas de camino, y al entrar al poblado noté una soledad espantosa: ni una sola persona en la calle; llegando a la plaza oí una voz que salía del postigo de una ventana, que me dijo: ¡joven, váyase de aquí, para que no muera como nosotros: ayer enterraron 57 y para el momento van 20 en lo que va del día! Atemorizado, inmediatamente emprendí el regreso, pero tuve que dormir a campo raso en la sabana, colgando el chinchorro de dos matas de chaparro, pues las bestias, tanto la mía como la del peón y las de las muestras, requerían descanso. Fue una noche muy animada con chillidos de monos que se mecían en una montañuela cercana a mi campamento. Después supe que una epidemia de beriberi fue la causa de la mortandad y casi desaparición del pueblo de Las Mercedes”.

2

 El beriberi es una enfermedad carencial  debida a la insuficiencia de tiamina(vit B 1) en la alimentación. Es una forma de neuritis con dolor, parálisis y edema de las extremidades. En el pasado se describieron en Venezuela varias epidemias con consecuencias mortales. En el Estado Guárico la enfermedad fue estudiada por el vallepascuense Ernesto Díaz Vargas, quien en 1902 hizo una tesis sobre el tema. En 1932 el calaboceño Héctor Landaeta Payares, uno de los pocos médicos guariqueños en la Academia Nacional de la Medicina, describió un caso de beriberi, y en 1933 Eduardo Celis Saune se refirió a ese mal que atacaba en Calabozo. Julio De Armas no lo nombra en sus investigaciones por el Guárico.

3

 No he encontrado  datos que corroboren lo que escribió el viajero Sánchez. Jamás había oído sobre esa epidemia en Las Mercedes con tantas muertes. Por otro lado, no podemos excluir que haya sido un bromista que quiso estropearle su negocio.

Y lo más importante: el beriberi no es contagioso. No se transmite de persona a persona.

 

sábado, 14 de junio de 2025

WILLIAM PÉREZ Y EL TEATRO

 

MEMORIAS MERCEDENSES.

 

WILLIAM PÉREZ Y EL TEATRO.



Edgardo Rafael Malaspina Guerra.

 

1

Omar Morales me tendió la mano cuando decidí marcharme a Caracas—Así inicia William Pérez su relato sobre su incursión en el teatro. Eso sucedía en 1973. En la residencia caraqueña, además de Omar, se alojaban otros mercedenses como Edwin Malaspina, Manuel Ramírez y Juan Loaiza. El hostal que los acogía se ubicaba en San Agustín del Norte, parroquia llena de historia y atracciones turísticas, y cuyas calles siempre están colmadas de gentes de todos los estratos sociales. Cada quien en sus asuntos.

Su primer trabajo en la capital fue de empacador en los supermercados de la cadena CADA, donde se redondeaba una entrada mensual por encima del sueldo que obtenían sus coterráneos con empleos más formales.

2

Aquellos eran tiempos cuando los buses hacia Caracas no pasaban por Las Mercedes. El transporte se tomaba en Chaguaramas o en La Pascua. El punto de llegada era el Nuevo Circo. También se podía tener la suerte de conseguir una cola con un conocido.

Aquellos eran tiempos del bipartidismo y el auge petrolero.

Aquellos eran tiempos del servicio militar obligatorio. Por eso Omar fue reclutado, y William debió enrumbar sus pasos por otros senderos y con otras amistades.

3

Antes de marcharse a Caracas, William se movilizaba entre Las Mercedes y San Juan de los Morros. Hizo pasantías por los liceos de secundaria, tocó el cuatro, llevó serenatas, en las madrugadas frías del llano, ante el ventanal de alguna hermosa mercedense,  y cantó para conseguir  dinero y así poder colaborar con la economía familiar. Contribuir con los gastos de su hogar, ayudar a Bernardita, su abnegada  madre que desempeñaba los trabajos más duros y humildes, y apoyar  a sus hermanos lo hacían sentirse, con mucho orgullo, el hombre de la casa.

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Con Eberto Jaramillo, también mercedense,  incursionó en el arte culinario. El restaurante donde atizaba los fogones de la gastronomía italiana se situaba en Sabana Grande. El nombre de ese local era “El bodegón de la pasta”. Este escribano recuerda haberlo visitado junto al amigo Emigdio Soublette.  Esa fonda, especializada en macarrones y espaguetis cocidos bajo el tratamiento de diferentes recetas, pertenecía a un argentino, quien generosamente les permitía pernoctar en su propiedad.

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William recuerda vivamente Sábana Grande, la avenida Casanova y los concurridos locales con mesas y sillas fuera del recinto principal que le daban esa pátina de bohemia a la Caracas nocturna, emporio de intelectuales y artistas.

Allí estaba El gran café, fundado por Papillón, el gran aventurero francés que escribió un libro con sus recuerdos, llevados al cine. Era muy famoso en aquel tiempo. En su cafetín se servía el café en tazas y platillos de porcelana con su respectivo vaso de agua. Era cuestión de cumplir  un rito con  elegancia.

Cerca estaban otras fuentes de soda y cervecerías como El viñedo y La vesubiana.

Estos lugares, propicios para el esparcimiento y la charla cultural con una copa de vino, eran frecuentados por gente de la televisión, la radio y el teatro.

La palabra teatro le cayó muy bien a William, y más aún las personas que lo hacían realidad sobre las tablas, con su estilo de vida desprendido y el desparpajo de las sobremesas.

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En 1978, William Pérez estaba estudiando en la Escuela Nacional de Teatro. Allí conoció el método de actuación de Stanislavski: el artista debe penetrar en la psicología del personaje que interpreta, sentir sus emociones, crearlo. Esa identificación debe ser plena, creíble.

William asimiló a la perfección ese método, por eso le fueron asignados importantes papeles a su tiempo como actor.

Por su puesto que en esa institución teatral estudió a otros rusos prominentes, creadores de piezas teatrales notables, como Antón Chéjov y su Gaviota; Ostrovski, quien prácticamente vivía en el famoso Mali Teatr de Moscú montando piezas, unas tras otra; el excéntrico Gógol y sus Almas muertas; Pushkin y su Dama de picas o La hija del capitán; Fonvizin, el gran dramaturgo ruso de la época de Catalina II, y muchos otros.

Recibió también lecciones sobre las obras de Shakespeare y su “ser o no ser”; Arthur Miller y Las brujas de Salem; Henrik Ibsen y la Casa de muñecas;  Jean-Paul Sartre y Las moscas.

Fue asimilando poco a poco y de manera consciente cada lectura sobre autores y sus obras para luego actuar con desenvoltura sobre las tablas.

7

William jugó papeles importantes en obras de teatro para niños. Laboró el Teatro de Arte Infantil y Juvenil (TAIJ), fundado por Rafael  Rodríguez  Salas, un caraqueño nacido en Guasdualito. Por esas casualidades ,que el doctor Gustav Jung llama sincronicidad, tanto Rafael como William se iniciaron en el teatro barriendo el escenario.

 

Participa en “La inimaginable imaginación”, La loca ciudad, Tu país está feliz y El espejo de los muertos. Todas, obras de Rafael Rodríguez.

También formó parte del elenco teatral de “El dragón”, del dramaturgo soviético Eugeni Shvarts. Esta es una fábula de corte político para criticar el autoritarismo que se imponía en la URSS con Stalin al frente del gobierno.

La inimaginable imaginación se transmitió por RCTV en 1982 y alcanzó trece capítulos. Los personajes de esta pieza teatral son inolvidables para William. Recuerda con una sonrisa a Glu Glú , el perro parlanchín,  Laura, Orejón y a Gatica, entre otros personajes ficticios.

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William conoció de cerca  a los integrantes  de la llamada  Santísima Trinidad del teatro venezolano; es decir, al trío de grandes dramaturgos que impulsaron el arte de los escenarios: Isaac Chocrón ,  Román Chalbaud y José Ignacio Cabrujas.

Chocrón era el más elitesco, aunque con los actores se mostraba sencillo y tratable.

Chalbaud, de baja estatura, gordito, era cortés. Sus temas provenían del mundo marginal, de los cerros, los burdeles y las intrigas callejeras. William lo caracteriza como excelente persona y muy servicial.

Cabrujas era otra cosa. Siempre andaba pensativo, como fraguando sus piezas teatrales mientras hablaba. Llamaba a William, cariñosamente, “Catire” y lo enviaba a comprar cigarrillos, los cuales olvidaba en algún lugar del teatro. Cuando William hacía el mantenimiento, encontraba las cajetillas de Astor Rojo, la marca preferida de Cabrujas, y se las guardaba.

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William Pérez tuvo dos grandes etapas en su vida: el canto y el teatro. Cuando conoció a este último arte, el de las tablas, se convirtió en su pasión máxima, hasta el punto de haber logrado representar papeles protagónicos.

Ahora tiene otros proyectos vitales en mente: escribir historias de personajes de Las Mercedes del Llano y retomar el micrófono.

Todo a su  tiempo, como dice el Eclesiastés.