CRÓNICAS
DE LAS MERCEDES DEL LLANO
ÁNGEL
ÁVILA, UN GRAN MERCEDENSE .
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
1
Ángel
Ávila , con lugar prominente entre los destacados cantores del llano
venezolano, fue un gran mercedense.
2
Nunca
antes un nombre ha estado tan ajustado a la misión de quien lo lleva, como en
el caso suyo, porque Ángel, precisamente, significa mensajero. Mensajero de
versos hermosos, cantos telúricos sublimes y coplas amorosas dedicadas a la
vida de la sabana. Su voz excepcional rindió culto a Orfeo con casi trescientos
poemas, la mayoría de los cuales le pertenecen.
3
Cada
una de las interpretaciones, provenientes de su pluma, fue producto de una
realidad trabajada líricamente a través de la inspiración onírica. Primero estaba
el hecho cotidiano ante sus ojos. Luego la música. Porque Ángel lo afirmaba
categóricamente: “Si logro la música, cual campanas en mi cabeza, la letra me
viene fácil.”. El proceso creativo continuaba , según me contó, con un cuaderno
y un lápiz al lado de la cama a la espera de la visita nocturna de las musas.
Cualquier amanecer puede ser testigo de varias cuartillas de metáforas felices.
Así nacieron muchas canciones en los tiempos del disco fonográfico de 45. Por
ejemplo, “Lamento del canoero” ( 1969), su primer gran éxito inesperado, porque
sólo era el respaldo de “Corazón no llores más”, surgió de un cuadro amoroso
banal: en Cabruta, un señor criticaba e instaba a su sobrina a resolver sus
cuitas del corazón, de una vez por todas, marchándose con su amante en una
pequeña embarcación a través de las olas enfurecidas del Orinoco.
4
Es
decir, cada pieza musical suya reflejaba un acontecimiento, tal vez trivial,
pero que al ser reelaborado bajo el prisma de las alegorías se transformaba en
una porción literaria. “El día de tu matrimonio”, suerte de triángulo freudiano
amoroso, el hecho real es desplazado para ser contado de una manera idealmente
romántica.
Por
otro lado, “Si muero en tierra lejana” tiene la impronta, elegíaca y elegante,
de Lazo Martí. “El borracho” es la mejor para encontrarse con Baco; y por
último, “Mi bonito araguaney”, la recordaremos siempre con alegría y tristeza,
porque Bárbara Clemencia, la Eurídice de Urachiche, afirmaba con orgullo que
Ángel se la había dedicado especialmente.
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