PALABRAS EN EL SEXAGÉSIMO OCTAVO ANIVERARIO DEL GRUPO ESCOLAR MONSEÑOR RODRÍGUEZ ÁLVAREZ DE LAS MERCEDES DEL LLANO.
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
1
Son casi 70 años de la fundación del Escolar Monseñor
Rodríguez Álvarez. La historia de esta institución mercedense , inolvidable y
muy querida para muchos de nosotros, está recogida en nuestras crónicas y en un
libro importante de la profesora Ligia Navas que presentamos en el 2004. Una
vez hablamos de los antecedentes educativos, de la primera maestra del pueblo
Concha Rachadell, cuyos apuntes también pudimos publicar y de los primeros
estudiantes .
2
Ahora hablaremos de recuerdos más íntimos. Tenía mucha
razón Fernando Savater cuando dijo que la máquina que mejor perpetua la memoria
es la nostalgia. Hay nostalgia por aquellas clases con dos turnos. No había
tiempo para el ocio. Nos levantábamos temprano. Desayunábamos y caminábamos por
la calle Eliseo Marchena .Esperábamos bajo la ceiba, que está al frente del
grupo escolar, hasta que abrieran el portón y luego marchábamos en fila hasta
el patio de formación antes de entrar a los respectivos salones. Con cariño
recuerdo a mis primeros maestras desde Josefina de Moreno en primer grado hasta
la maestra Dalila de Arbeláez en sexto grado. Aprendimos a leer y a escribir
desde el inicio de nuestros estudios. La Historia de Venezuela y la Historia
Universal nos abrieron todo un mundo de ensueños.
Regresábamos a casa al mediodía. Luego del almuerzo
partíamos nuevamente hasta Monseñor Rodríguez Álvarez. Ese turno terminaba a
las cinco de la tarde.
3
Hay nostalgia por aquellos pupitres grandes con
gavetas para colocar cuadernos, libros y lápices de colores. Hay nostalgia por
las hojas blancas para trazar nuestros dibujos ingenuos pero salido de nuestras
manos y de nuestro más genuinos sentimientos. Hay nostalgia por las planas para
mejorar nuestra letra y corregir errores ortográficos . Hay nostalgia por
aquellas madrugadas con un cielo lleno de luceros para estudiar en voz alta
porque según mi padre a esas horas se fijaban mejor las lecciones en la memoria
y la voz alta reforzaba el aprendizaje.
4
En los primeros años aprendimos aquellas canciones
infantiles, algunas nos hacían reír, otras nos hacían lloran porque nos
parecían muy tristes. El himno nacional, la bandera, el himno al árbol, el
araguaney que ahora asocio a las primaveras y también a las estaciones de otoño
por las hojas amarillas , y que más tarde se quedaron grabadas junto a Vivaldi,
son algunos de estos gratísimos recuerdos.
5
Los amplios pasillos de pisos rojos los recorríamos
con alegría. Los almendrones siempre fueron una delicia de los recreos junto a
las uvas de playa de aquellos patios que en nuestra infancia veíamos como
espacios muy extensos y misteriosos.
6
Empecé a estudiar cuando era director de la escuela
Luis Gabriel Tocuyo. Luego vino otro director: Celestino Doroteo Silva. Y
finalmente tuvimos de directora a la maestra Evelia Ortiz de Ochoa. A todos
ellos se les recuerda con inmenso cariño .
7
El respeto a los mayores y a los maestros se
demostraba poniéndose de pie si alguno de ellos entraba a nuestros salones y en
el silencio mientras la clase era explicada. Cuando ingresé a la Facultad de
Medicina en Moscú noté que está practica de ponerse de pie cuando un profesor
ingresaba a nuestra aula era una costumbre común en Rusia desde la primaria
hasta en las universidades, entonces
recordé a mi escuela Monseñor Rodríguez Álvarez.
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Los dictados, las lecturas en voz alta, las guías con
preguntas y respuestas, los exámenes escritos, los interrogatorios, las tareas
con ilustraciones, la tiza, el pizarrón y las primeras enciclopedias se
quedaron para siempre en nuestros cerebros y corazones.
9
Las letras explicadas con alguna frases como “corre
Roque la casa se quema para explicar la “q” es una nemotecnia que aún me
acompaña. Las lecturas para la casa en libros de cuentos con caballos alados
que cruzaban las estrellas y pasaban cerca de la luna se repetían en nuestros
sueños.
Tengo los mejores y gratos recuerdos sobre mi escuela
primaria Monseñor Rodríguez Álvarez y un agradecimiento infinito para con mis
maestros.
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