NAVIDAD
EN LAS MERCEDES DEL LLANO
Edgardo
Malaspina
El
sosiego de las madrugadas decembrinas
mercedenses es interrumpido por el toque
festivo de las campanadas de la iglesia.
De Paraguitos, La Rochela , 5 de Julio
y otros barrios la gente camina hacia la plaza. El pueblo despertó . Los
mayores van a la misa, los más jóvenes a pasear, patinar y a
lanzar traqui traquis ; pero casi todos irán a la venta de Mamila a probar las
arepitas dulces y el café reconfortante
para vencer el frío y el sueño.
Matilde de Calzadilla ( la popular, querida y siempre
recordada Mamila, 14.03.1922) llegó a Las Mercedes proveniente de Guiría (Edo.
Sucre), puerto del Atlántico, donde
confluyeron las razas y las lenguas. Los misioneros capuchinos lo fundaron en
el siglo XVIII, los conquistadores lo hicieron bastión para partir en
busca de El Dorado; los franceses antillanos lo usaron de
escondite cuando huyeron de las represiones políticas; los indios formaban
parte de las misiones religiosas; de
Africa llegó la mano de obra esclava; Ingleses
e hindúes también vinieron para labrar la tierra. Floreció la
agricultura y el patua como idioma producto del cruce de gentes provenientes de
distintas geografías.
El
poblado tuvo sus momentos económicos
estelares que opacaron las guerras. En el siglo XX con la fiebre
petrolera, el cacao deja de ser el rubro principal de explotación nacional.Sus
precios bajan y su producción también. No hay trabajo y la gente emigra a todos los confine del país
tras la huella del oro negro. Es así como en los años cuarenta (del siglo XX)
Mamila llega a Las Mercedes, donde la explotación petrolera estaba en su auge.
Venía, junto a dos hermanas más, con sus padres Julianita Calzadilla y Tomasito La paz. Tuvo muchos hijos:
Leobaldo, Robin, Luis, Nelina y Eucaris. A ellos dirigió siempre palabras de
cariño y el consejo en el momento preciso para enfrentar las dificultades de la vida.
No
hay persona nacida en Las Mercedes que no conozca aunque sea por
referencia a Mamila en una esquina de
la plaza Bolívar. Sus bocadillos resumidos en una arepa portadora de la mejor
culinaria oriental los devorábamos cual manjar de dioses en los preludios
friolentos de los amaneceres mercedenses con misas de aguinaldo.
La
alegría navideña para muchas
generaciones de mercedenses está asociada a la figura de Mamila, una mujer
generosa pero enérgica. No es casualidad que su nombre germánico de pila,
Matilde, significa “guerrero fuerte”.
La multitud hace cola frente al kiosko
humeante por las sartenes con aceite
hirviente. Las emanaciones de una gastronomía sencilla y sabrosa se esparcen
por el ambiente navideño. El gourmet mercedense degusta parado o deambulando
por la plaza de rejas y muros de concreto. Una mujer amable y con sonrisa
bondadosa atiende al público. Así quedó
retratada Mamila en la nostalgia de mi
ya evanescente memoria infantil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario